La polémica y unilateral decisión del muy catalán y progre ministro Urtasun de eliminar el Premio Nacional de Tauromaquia creado en 2011 -con un gobierno socialista- ha hecho saltar numerosas alarmas entre gran parte de la población y en su propio gobierno. Siguen, como es habitual, sin entenderse entre ellos.
A quien firma aquí arriba esta columna no le gustan los toros, pero no soy antitaurino. No me gustan igual que no me gusta la Romería del Rocío y no por ello pienso que deba suprimirse todo lo que la rodea. Para gustos, dice el refrán, los colores. Con no ir estoy curado.
A partir de esta aclaración, para que no existan equívocos, si mañana se convoca una protesta por la decisión del ministro, es muy posible que acuda. Y para poder escribir estas líneas con un poco de propiedad, ahí van una serie de datos que me he preocupado de averiguar y que me han hecho más defensor de esta fiesta a pesar de que, insisto, el espectáculo como tal no me guste.
El impacto directo, indirecto e inducido que tienen los toros sobre el PIB español supera los 4.500 millones de euros, de acuerdo con los estudios de la organización patronal del sector (Asociación Nacional de Organizadores de Espectáculos Taurinos, ANOET). Junto a esto, los festejos taurinos generaron en 2019 una recaudación por venta de entradas cercana a los 345 millones de euros. No teniendo en cuenta los años 2020 y 2021, en los que la pandemia mermó mucho las cifras, estos datos no se redujeron en 2022, sino que aumentaron hasta el entorno de los 400 millones. Mientras que el cine español, refugio de muchos progres ricos, experimentó una caída del 12% en su recaudación, la tauromaquia experimentó una subida del 14% en su facturación.Este aumento en la taquilla demuestra la relevancia económica de la tauromaquia en la generación de ingresos para las plazas de toros y sus alrededores.
Los Presupuestos Generales del Estado incluyen 65.000 euros destinados a la tauromaquia. De ellos, 30.000 se destinaban al premio que acaba de desaparecer. Sin embargo, el impacto económico de la tauromaquia es considerable. Solo por concepto de IVA y únicamente considerando las entradas vendidas, se recaudan alrededor de 40 millones de euros anuales.
Según datos actualizados del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, existen más de 1.300 empresas ganaderas de reses de lidia en el país, con unas 840 ganaderías de raza bovina de lidia activas. Estas empresas son fundamentales para la economía local, especialmente en regiones como Andalucía y Castilla y León, donde se concentra la mayor parte de la actividad ganadera relacionada con la tauromaquia. Asimismo, existe un total de 4.025 profesionales taurinos registrados (picadores, banderilleros, mozos de espadas y ayudantes de mozos de espadas). También podríamos hablar del empleo indirecto que la Fiesta Nacional genera, pero no quiero seguir abrumándoles con datos.
La tauromaquia es uno de los ritos ancestrales más arraigados en nuestrasociedad. En torno al toro gira la celebración de gran parte de las fiestasculturales de nuestra nación. Es innata dentro de nuestra cultura e idiosincrasiay forma parte de nuestras tradiciones: no se conciben unas fiestas patronales sin la presencia del toro. Es, por tanto, una señade identidad de España, de la cual Goya, Picasso, Lorca, Hemingway, Ortega y Gasset y Bizet, por citar solo algunos, quedaron totalmente impactados de forma positiva, dejando testimonios para la posteridad en sus diferentes disciplinas.
Las leyes hay que cumplirlas, independientemente de que coincidan con la ideología de cada uno. Tal como ha manifestado recientemente el consejero de Turismo, Cultura y Deporte, Arturo Bernal, “una ley es reflejo de la sociedad y contempla también las diferentes sensibilidades, considerándola [la fiesta de los toros] una manifestación artística en sí misma desvinculada de ideologías en la que se resaltan valores profundamente humanos como puedan ser la inteligencia, el valor, la estética y el raciocinio como forma de control de la fuerza bruta”.
Aunque yo me quede, en la amalgama de declaraciones a raíz de la incompetencia del ministro Urtasun, con las palabras de García Page: “Los toros son patrimonio cultural. No puedes poner al lobo a cuidar ovejas”.
Pues eso.