La agricultura malagueña cierra un año marcado por la sequía, con un balance agrario que asciende ligeramente hasta los 672,30 millones de euros, un 3,27 % más que en 2023. Sin embargo, este pequeño repunte no disimula las dificultades del sector, que enfrenta altos costes de producción, competencia desleal de mercados exteriores y la falta de medidas estructurales para aliviar su situación. Según Asaja, el acceso al agua sigue siendo el mayor desafío para agricultores y ganaderos de la provincia.
El olivar ha sido el único pilar que ha amortiguado el golpe, con una producción mínima pero un precio récord del aceite de oliva y la aceituna de mesa. Aunque la campaña ha sido la más baja del siglo en volumen (31.014 toneladas de aceite), los ingresos se dispararon hasta los 227,95 millones de euros. Esto supone un incremento del 22 % en la facturación del sector del olivar respecto al año pasado, aunque Asaja advierte que el impacto no ha sido uniforme debido a los altos costes de producción y las desigualdades entre zonas.
Por el contrario, otros sectores han sufrido desplomes históricos. Las frutas y hortalizas registraron la peor facturación de la última década, con un descenso interanual del 12,24 % que deja el balance en 238,06 millones de euros. Desde 2020, la caída acumulada en este segmento ha alcanzado un preocupante 38,9 %. También los cultivos subtropicales, como el aguacate, han experimentado descensos en producción y facturación, pasando de los 26.600 toneladas de 2023 a 22.500 este año, lo que se traduce en una pérdida del 6,7 % en ingresos.
La ganadería no se escapa de la crisis, cerrando el año con 142,95 millones de euros, un 8,51 % menos que en 2023. A pesar de las lluvias de otoño, que tuvieron un balance desigual en la provincia, los sectores agrícola y ganadero coinciden en que la sequía persistente y la falta de infraestructuras para gestionar el agua están asfixiando la producción. Asaja insiste en la necesidad de construir embalses, regenerar agua depurada y promover la desalación como soluciones inmediatas.
En conjunto, Málaga refleja las tensiones de un sector en lucha contra factores climáticos, económicos y de mercado. Mientras el olivar resiste con precios récord, el resto de los cultivos, incluidos los subtropicales y cítricos, viven una situación crítica que pone en jaque su viabilidad. Con estas cifras, el futuro del sector depende de inversiones urgentes en recursos hídricos y políticas que frenen la competencia exterior y alivien los costes de producción.