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Andalucía

Con palmas y a lo loco

Se confirmó la esperada renuncia de Juan Espadas para su reelección como secretario general y, acto seguido, la esperada llegada de María Jesús Montero

Publicado: 10/01/2025 ·
12:58
· Actualizado: 10/01/2025 · 12:58
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  • El jardín de Bomarzo.

Los buenos propósitos nos inundan con cada entrada de año y, quién más quién menos, se apunta a lo habitual de comer sano y perder peso, dejar los cigarrillos para los aún presos o bajar el consumo medio de uso de móvil en esta adicción irrefrenable moderna, ser mejor persona, buena de verdad, de esas que ayudan a cruzar el paso de peatón a la viejita o ceden el asiento del bus. Los gimnasios se petan y se agota el brócoli en los supermercados en esta carrera desenfrenada por moldear una estética fina, esbelta, un nuevo yo. Pero lo de año nuevo vida nueva dura, según estudios y de media, hasta poco más allá de iniciado febrero, todo lo más; sólo el ocho por ciento mantiene firme la idea hasta el siguiente año nuevo y este dato revela que la condición humana -en general- es propensa a defraudarse a sí misma y débil por naturaleza ante tantas tentaciones, así como desmemoriada. La memoria objetiva es una cualidad humana en desuso, como la paciencia, la voluntad, la perseverancia o la lealtad.

Con el paso aún humeante de los Reyes Magos y el despropósito incalificable de adelantar cabalgatas por lluvia alterando tradición y la magia del relato para, en según casos, sacar cortejos a la calle donde pasear, sobre todo, la cicatería presupuestaria, se confirmó la esperada renuncia de Juan Espadas para su reelección como secretario general y, acto seguido, la esperada llegada de María Jesús Montero al frente del PSOE-A para confrontar con Juanma Moreno, lo que activa tanto al socialismo andaluz como a la refriega política ante los próximos comicios por el poder de la Junta.

Montero no lo vaya a tener nada fácil para destronar a Moreno Bonilla, pero es cierto que más de la mitad de los votos que recibe el PP-A son por su presidente y proceden de un centro izquierda huérfano y basculante, ese mismo que da o quita mayorías. Si Montero, que representa un perfil menos favorable para Juanma Moreno porque es su contrapuesto al ser mujer, aguerrida y con un elevado nivel de conocimiento entre el electorado, con mucho saber en gestión pública nacional y autonómica, es capaz de arrebatarle la mayoría y socavar el muro que protege al PP, ya habrá dado un paso en la recuperación de la Junta para el PSOE. En su contra tiene mucho: su pasado como consejera del PSOE en gobiernos anteriores salpicados con diferentes casos de corrupción, sus negociaciones con Cataluña no siempre en beneficio de los intereses de Andalucía y, cómo no, ser un rostro perfectamente identificable con Pedro Sánchez y eso no suma. De hecho, Sánchez se la juega con ella, si pierde por mucho, perderá con ella. Si gana, repetirá lo de Illa en Cataluña. Pero, en todo caso, el órdago por el poder del sur está sobre la mesa y procede directamente de Moncloa, que es quien pone o quita y al menos en un acto de sinceridad, otra cualidad en desuso, deberían dejar de alardear sobre procesos democráticos en el PSOE en la elección de sus liderazgos cuando hasta los gatos que se contonean sobre los tejados de las casas del pueblo saben que allí quien decide es Sánchez, don Pedro.

Montero es como sacar toda la munición de la armería, mientras que la opción que defendió Jaén y otros tantos con Juan Francisco Serrano beneficiaba a muchos proyectos personales pero significaba jugar más a largo. Serrano era el preferido de Santos Cerdán, que no ha participado en lo referente a Montero y con la cual se entiende más bien de lejos, no en vano la ministra tiene su propio equipo personal de confianza independiente de los que manejan hilos en Ferraz. Paco Reyes, secretario general de Jaén, tampoco ha quedado ileso tras el desenlace, porque su preferencia oculta siempre fue Serrano y habrá que ver si ahora aprieta para que la secretaría de organización caiga en alguien de Jaén haciendo valer el poder orgánico de su provincia o, en cambio, recae en otra: fue de Cádiz con Luis Pizarro o Juan Cornejo y ya hay quien se pregunta por qué ahora no.

Espadas dijo que se apartaría en el caso de que Montero diera el paso y así lo ha hecho. Le alaban ahora el buen tono que ha usado para retirarse, posiblemente aceptando la mejor opción también para él y es apartarse dignamente cediendo ante una ministra y antes de arriesgarse a perder. Y Montero, que no va a dejar sus cargos como ministra y número dos del partido en España porque ni quiere arriesgarse a tanto ni le interesa perder visibilidad pública, necesitará la cercanía que le otorga el entorno parlamentario manejado por Espadas, donde no está, porque es evidente que su ausencia física en Andalucía será su principal hándicap. A partir de ahí empezará a colocar piezas en el intento de coger las riendas de un partido que viene dando tumbos desde que Susana Díaz se lo jugara, y perdiera, en aquel envite loco contra Pedro Sánchez.

Montero y el susanismo no se recuerdan bien, dicho sea de paso. Pese a que ahora la ex presidente de la Junta y hoy afamada tertuliana televisiva afirme que la apoya, sus perfiles de mujer se repelen cual polos opuestos y ya siendo consejera de Salud entendió como un caramelo envenenado el ofrecimiento que Díaz le hizo para que se hiciese cargo de Hacienda pensando que, quizás -relata ella misma en intimidad- renunciaría. No lo hizo. Se pasó meses encerrada con su equipo cercano hasta coger las riendas de la economía y alimentando rencores, todo hasta que Pedro Sánchez se la llevó a Madrid en plena pugna con la presidente andaluza. No son amigas, nunca lo han sido, distinto es que guarden las formas como obligadas están, pero no parece que Montero vaya a apoyarse en el susanismo. O al menos en lo que de él quede. Y lo probable es que no haya primarias porque para el otro candidato, Luis Ángel Hierro, una cosa es fajarse contra un debilitado Espadas y otra bien distinta es hacerlo contra la número dos del partido y ministra de Hacienda, al margen de lo caro que está lograr el doce por ciento de avales.

Con el beneplácito de Pedro Sánchez, el camino de Montero, que se resistió a bajarse hasta que no le ha quedado más remedio, está despejado. Habrá que ver como cose al partido. Cómo gestiona los congresos provinciales a celebrar antes de verano y negocia los liderazgos que de ellos salgan. Y esa es otra, porque ha nacido el monterismo y tras las sonoras palmas que la ministra acaba de dar bajo el árbol del socialismo andaluz todos los cargos públicos y orgánicos cual pajarillos, inquietos y a lo loco, alzan el vuelo en la confianza de posarse sobre una mejor. Solo que ahora es Montero quien reparte ramas y tras el consenso general con su designación llega el temor posterior e inmediato ante el reparto inminente de poderes porque casi nadie en Andalucía proviene de su cuna y esto, lejos de ser un problema, se podría entender como una oportunidad para crecer de cero porque las familias protegen, dan calor y, también, atan.

En el PSOE la orfandad es efímera. Ya ha nacido el grupo gaditanos con Montero, réplica de otros tantos en las ocho provincias. Ha nacido una estrella y el tiempo dirá si su luz altera el azul firmamento de esta Andalucía hoy seducida e hipnotizada por la moderación.

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