Hubo Domingo de Ramos, aunque no bajo el sol radiante que a este día se le supone, y como es el deseo común de las y los cofrades, sino bajo un cielo en la mayoría del tiempo nublado que, no obstante, respetó el procesionar de las cofradías por las calles de la capital y a través del recorrido oficial. Un sol que se dejó querer, eso sí, cuando se acercaba su declive en las horas finales de la trade. Y eso sí, un poco de viento que hizo trabajar a los ‘enciendevelas’ sin descanso, para que las candelerías lucieran como merecen.
Así, con un cortejo que contaba este año con 760 equipos nazarenos junto con 360 hombres y mujeres de trono, para sumar contando aproximadamente 1.120 personas desde su inicio hasta su fin, la Real Cofradía de Nuestro Padre Jesús a su Entrada en Jerusalén, María Santísima del Amparo (con esa petalada de rosas amarilla) y San Juan Evangelista se era la primera, en horario matutino, en echarse a las calles de la capital en busca del recorrido oficial para abrir un Domingo de Ramos de incertidumbre meteorológica. Y hay que recordar lo que nos cuenta el Evangelio: “Se lo llevaron a Jesús y, después de poner sus mantos sobre el pollino, ayudaron a Jesús a montar sobre él. Mientras él iba avanzando, extendían sus mantos por el camino. Y, cuando se acercaba ya a la bajada del monte de los Olivos, la multitud de los discípulos, llenos de alegría, comenzaron a alabar a Dios a grandes voces por todos los milagros que habían visto, diciendo: ¡Bendito el rey que viene en nombre del Señor! Paz en el cielo y gloria en las alturas”. Es el ritual de la cofradía de La Pollinica, la de los niños y niñas, porque no hay que dejar de serlo para vivir la Semana de Pasión como se merece.
Lo cierto es que, aunque en principio se había anunciado, tras la reunión en la Agrupación de Cofradías, que esta acortara los tiempos, por la posibilidad de lluvias, finalmente su recorrido se prolongó hasta bien entrada la tarde sin problemas. Como tampoco los hubo con el resto de las ocho cofradías de Domingo de Ramos después de que se decidiera que , en bloque, se retrasaba todos para todos una hora y media. Y así, fueron poniendo sus séquitos, bandas y tronos en las calles Lágrimas y Favores; Dulce Nombre; Salutación; Humildad y Paciencia; Humildad; Huerto; la Salud y el Prendimiento.
Fervor y pasión
A lo largo de la tarde se fueron viviendo escenas anheladas, sin tener que mirar al cielo ni clamar porque no lloviera: las salidas procesionales de templos y casas de hermandad, con sus singularidades y a veces, sus problemas; esas curvas imposibles que afrontan los tronos como si todos sus portadores fueran un solo cuerpo; petaladas, rezos, saetas; la venia en la Tribuna Principal; la belleza solemne de la estación de penitencia en la Catedral..., que ya quedan en la pupila y en la memoria hasta el próximo Domingo de Ramos.
Porque sobre las siete de la tarde, se marcaba la franja de mayor actividad, con todas las cofradías al fin en las calles. Desde la Basílica y Real Santuario de Santa María de la Victoria, el Santísimo Cristo de la Humildad en su presentación al pueblo (Ecce Homo), que lució su anatomía, en la presentación al pueblo, gracias a una acertada vestimenta, en todo su esplendor, con Nuestra Madre y Señora de la Merced y San Juan Bautista.
Desde la parroquia de la calle San Juan, Nuestra Señora de Lágrimas y Favores de las Reales Cofradías Fusionadas, con el revuelo habitual que supone, para esta bella talla, la presencia de un ilustre capataz al que buscan las cámaras como es Antonio Banderas.
Nuestro Padre Jesús de la Soledad, Negaciones y Lágrimas de San Pedro y María Santísima del Dulce Nombre se presentó en el recorrido oficial desde la Parroquia de La Divina Pastora ((bueno, desde el tinglado aledaño), en el Barrio de Capuchinos.
También desde el Barrio de Capuchinos, en este caso desde el Molinillo, desde la Parroquia de San Felipe, inició su completo recorrido nuestro Padre Jesús Nazareno de la Salutación y María Santísima del Reina de los Cielos, destacando una vez más, en su búsqueda del recorrido oficial, esa parada con el hermoso rezo de la Comunidad Carmelita en el convento de la Calle Don Rodrigo.
El Santísima Cristo de Humildad y Paciencia y María Santísima de Dolores y Esperanza, (“el dolor de la madre que tiene que pagar el peaje de perder un hijo para la salvación de la humanidad y la esperanza de su resurrección”), acudió a la cita con sus fieles desde Parroquia de San Vicente de Paúl en el Barrio de Cruz de Humilladero hasta el corazón del Centro, el recorrido más amplio de la jornada, con unas 12 horas.
Nuestro Padre Jesús de la Pasión y María Santísima del Amor Doloroso, desde Parroquia de los Santos Mártires Ciriaco y Paula.
Desde el corazón tan cofrade de la Trinidad, desde Parroquia de San Pablo, el Santísimo Cristo de la Esperanza y María Santísima de la Salud, a la que no le faltó el jalear de devotos y devotos al grito de guapa, y que vivió hermosos momentos previos en el templo, La salud sale de san Pablo con ese recuerdo y homenaje a quienes están pasando por un mal trance en lo que a la salud se refiere, una cofradía de la que destacan lo que saben de esto, esa mano tendida con sus vecinas y vecinos de su barrio de La Trinidad, una hermandad ejemplar en labor asistencia.
Y desde Capuchinos también, desde la Parroquia de La Divina Pastora, en este caso, Nuestro Padre Jesús del Prendimiento y María Santísima del Gran Perdón, una cofradía que volvió a lucir sus lazos rosa en solidaridad con las mujeres enfermas de cáncer de mama.
ártires, Nuestro Padre Jesús orando en el Huerto con su majestuoso trono y su vistosísimo olivo, y Nuestra Señora de la Concepción.