Apuntes desde la distancia para un pregón navideño
Emilio Jiménez Díaz abrirá las puertas a la Navidad arcense
Navegando por la red nos encontramos con la última hora de Emilio Jiménez Díaz, el poeta, escritor, periodista, flamencólogo y comentarista que sin duda se sentirá honrado de pregonar la Navidad de Arcos de este año.
En su autobiografía figura un sevillano residente en Córdoba, “nacido en un corral, llamado de Los Sargueros, el 18 de Julio de 1949, cuando abundantes eran el hambre y la tristeza. El milagro es que también reinaba la alegría derredor de los anafes comunes, de la miseria conjunta y compartida, de las esperanzas -pocas, pero gratas- y de las desesperanzas: las orfandades, próximas y prójimas, las lágrimas, los lutos... Todo aquel universo era como un pan candeal comunitario.
Hoy, cuando apenas si conozco al vecino de al lado, mi corazón me lleva hacia la infancia, a recordar aquel patio con su higuera en el centro, los perfiles de hombres y mujeres y niños que lo habitábamos derredor de una pobre Cruz de Mayo, en los jaraneros bautizos y en los entrañables días de la Navidad, cuando por el amplio portón se colaban las voces de los campanilleros y el olor a aguardiente y pestiños caseros inundaba su vientre”.
Y es precisamente la Navidad la que lo trae a este Arcos, sumado, una vez más, a la amistad que le une con el mentor del pregón, su colega Antonio Murciano. “Conozco a Antonio desde hace 36 años, hemos mantenido una amistad muy grande; he ido a su casa en Arcos, me ha atendido perfectamente, he colaborado alguna vez con este periódico... Él sabe bien de mi cariño por la Navidad, me ofreció el pregón y he aceptado”.
El cariño de Emilio Jiménez por la Navidad queda sustentado por unas vivencias que datan de la infancia, pero también iluminadas por otros enamorados de la Navidad, como el escritor y pintor Asencio Sáez, o Paulino González Jiménez, otro gran escritor recientemente fallecido que le enseñó personalmente a elaborar crismas navideños o a pintar las chinas del río con caras angelicales, pastoriles o de Niño Jesús... Amigos que no sólo le han influenciado en su faceta artística, sino además en sus sentimientos más profundos hacia el nacimiento de Jesucristo.
Como adelanto de su pregón del próximo 16 de diciembre, que pronunciará a partir de las 21.00 horas en la parroquia de San Pedro, cuenta desde Córdoba -ciudad en la que reside este trianero desde hace quince años- que incluirá sus particulares matices arcenses, que necesariamente están vinculados a la belleza del conjunto monumental de la ciudad y a sus manifestaciones navideñas más importantes, que en numerosas ocasiones se producen de la mano del colectivo belenista que dirige la amiga Carmelita Temblador, la asociación La Adoración.
Emilio Jiménez, a buen seguro bien aleccionado por Antonio Murciano, parece conocer Arcos como la palma de su mano, y desde la distancia nombra con total naturalidad calles y barrios por los que su imaginación transita estos días para la confección de su pregón.
En el terreno personal, le aguarda una fiesta inevitablemente nostálgica, donde volverá a echar de menos a los ausentes y a esos hijos que crecen inexorablemente y que abandonan el hogar como ley de vida.
A los arcenses sólo les queda conocerlo personalmente en su pregón; una ocasión para hermanar a dos ciudades tan poéticas como monumentales, Córdoba y Arcos, Arcos y Córdoba, pero sobre una ocasión para oír la voz de un corazón navideño que late de emoción.
En su autobiografía figura un sevillano residente en Córdoba, “nacido en un corral, llamado de Los Sargueros, el 18 de Julio de 1949, cuando abundantes eran el hambre y la tristeza. El milagro es que también reinaba la alegría derredor de los anafes comunes, de la miseria conjunta y compartida, de las esperanzas -pocas, pero gratas- y de las desesperanzas: las orfandades, próximas y prójimas, las lágrimas, los lutos... Todo aquel universo era como un pan candeal comunitario.
Hoy, cuando apenas si conozco al vecino de al lado, mi corazón me lleva hacia la infancia, a recordar aquel patio con su higuera en el centro, los perfiles de hombres y mujeres y niños que lo habitábamos derredor de una pobre Cruz de Mayo, en los jaraneros bautizos y en los entrañables días de la Navidad, cuando por el amplio portón se colaban las voces de los campanilleros y el olor a aguardiente y pestiños caseros inundaba su vientre”.
Y es precisamente la Navidad la que lo trae a este Arcos, sumado, una vez más, a la amistad que le une con el mentor del pregón, su colega Antonio Murciano. “Conozco a Antonio desde hace 36 años, hemos mantenido una amistad muy grande; he ido a su casa en Arcos, me ha atendido perfectamente, he colaborado alguna vez con este periódico... Él sabe bien de mi cariño por la Navidad, me ofreció el pregón y he aceptado”.
El cariño de Emilio Jiménez por la Navidad queda sustentado por unas vivencias que datan de la infancia, pero también iluminadas por otros enamorados de la Navidad, como el escritor y pintor Asencio Sáez, o Paulino González Jiménez, otro gran escritor recientemente fallecido que le enseñó personalmente a elaborar crismas navideños o a pintar las chinas del río con caras angelicales, pastoriles o de Niño Jesús... Amigos que no sólo le han influenciado en su faceta artística, sino además en sus sentimientos más profundos hacia el nacimiento de Jesucristo.
Como adelanto de su pregón del próximo 16 de diciembre, que pronunciará a partir de las 21.00 horas en la parroquia de San Pedro, cuenta desde Córdoba -ciudad en la que reside este trianero desde hace quince años- que incluirá sus particulares matices arcenses, que necesariamente están vinculados a la belleza del conjunto monumental de la ciudad y a sus manifestaciones navideñas más importantes, que en numerosas ocasiones se producen de la mano del colectivo belenista que dirige la amiga Carmelita Temblador, la asociación La Adoración.
Emilio Jiménez, a buen seguro bien aleccionado por Antonio Murciano, parece conocer Arcos como la palma de su mano, y desde la distancia nombra con total naturalidad calles y barrios por los que su imaginación transita estos días para la confección de su pregón.
En el terreno personal, le aguarda una fiesta inevitablemente nostálgica, donde volverá a echar de menos a los ausentes y a esos hijos que crecen inexorablemente y que abandonan el hogar como ley de vida.
A los arcenses sólo les queda conocerlo personalmente en su pregón; una ocasión para hermanar a dos ciudades tan poéticas como monumentales, Córdoba y Arcos, Arcos y Córdoba, pero sobre una ocasión para oír la voz de un corazón navideño que late de emoción.
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