No podía imaginarme que el almuerzo que compartí en Navidades con Maro iba a ser la última vez en que nos cruzábamos palabras, en la que hablábamos de tiempos pasados, que ni fueron mejores ni peores, aunque muy distintos, y de proyectos de futuro, como ése que tenía en mente de publicar también en este Viva Jerez su viñeta diaria, su editorial sin palabras y sí con imágenes. Agudo, perspicaz, hiriente a veces, honrado siempre, a Maro le costaba hablar porque lo suyo era el dibujo, el apunte gráfico de la actualidad de cada a día, a la que sabía sacar punta de una forma distinta, única. Lo mismo que le costaba hablar, le costaba salir de su Jerez y engrosó esa larga nómina de jerezanos que prefirieron las calles de su ciudad antes que el triunfo en la diáspora. Amigo de sus amigos, motero empedernido, con sus 75 años vivía con el corazón de un chaval de veinte, aunque echaba de menos su cigarrito, ése que durante tantos años le acompañó, y su copita de fino, porque “si no, no nos entonamos”, solía decir cuando en lugar del jerez se tomaba un vaso de leche a las siete o las ocho de la tarde. Maro era un personaje singular, que en su vida trazó muchos ángulos profesionales, no sólo el del humor gráfico, que yo diría que el de la información hecha chiste, aunque tuvo la oportunidad de dedicarse en exclusividad a lo que siempre fue su pasión, desde que Mingote, don Antonio, le apadrinase dentro del mundo de los periodistas de humor. Quiso ser periodista de carné, pero alguien se lo impidió, como alguna vez lo vetaron para exponer sus criterios en la prensa diaria, a la que después de años de ausencia retornó en el año 1983 de la mano de Benigno Cid, a la sazón director recién llegado a La Voz del Sur. Al cierre del periódico en marzo del 84 volvió a la letra impresa con la aparición del Periódico del Guadalete y después con su sucesor Información, ya dentro del Grupo Publicaciones del Sur al que ha estado vinculado durante los últimos veinte años, sin faltar ni un día a la cita, ni siquiera en el periodo vacacional en su segundo pueblo, como era Chipiona. Maro y sus viñetas volaron el domingo. Adiós, amigo.
