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La importancia del 2

El pluriempleado alcalde de Sevilla y nuevo presidente regional del PP, Juan Ignacio Zoido, ha descubierto de pronto no la importancia de llamarse Ernesto, como Oscar Wilde, sino la del número 2...

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El pluriempleado alcalde de Sevilla y nuevo presidente regional del PP, Juan Ignacio Zoido, ha descubierto de pronto no la importancia de llamarse Ernesto, como Oscar Wilde, sino la del número 2. Si es corriente el dicho de que detrás de un gran hombre hay siempre una gran mujer, en política ocurre todo lo contrario: el número 1 nunca quiere un 2 que le haga sombra, sino que, a ser posible, hasta sea invisible para que él pueda acaparar todos los focos.

Obligado ahora a ser la foto del cartel del PP en Andalucía, aun cuando teóricamente falten cuatro años para las autonómicas, sin dejar por ello de aparecer en plan Kodak en todas las instantáneas como alcalde, Zoido debe encontrar su particular Antonio Sanz para que le lleve la gestión diaria del partido mientras él se reserva para las grandes ocasiones y decisiones; y de un hombre de confianza que le haga lo mismo en la Plaza Nueva. La diferencia es que mientras en el PP tiene libertad de maniobra para buscar el elegido en las ocho provincias y entre miles de militantes, en el Ayuntamiento  sólo puede recurrir a uno de su diecinueve concejales -él hace el número veinte-, salvo que desencadene una crisis para mover fichas a su gusto: obligando a dimitir a alguno de sus ediles para que corra la lista o jugando con las posibilidades que le brinda la ley para designar concejales a otros que no hayan sido refrendados por las urnas, los denominados ‘dediles’ o concejales a dedo. En ello se basaba el plan del PSOE para facilitar la salida de Monteseirín: nombrar alcaldesa a Rosamar Prieto y ‘dedil’ a Espadas, que así habría tenido proyección pública y un año de rodaje antes de las municipales. La negativa de Monteseirín a facilitar su propia sucesión tumbó este plan y acabó hundiendo electoralmente al PSOE.

El alcalde de los 20 concejales ha mirado a su alrededor y se ha percatado de que de tanto ocupar la escena nadie percibe que hay un número 2 en el Ayuntamiento en el que pueda confiar la gestión mientras él se dedica a evangelizar Andalucía. El único en quien parece que Zoido podría delegar es su ‘alter ego’ hasta en el aspecto físico: Gregorio Serrano. Pero si al alcalde se le reprocha su multiplicidad de cargos, ¿qué se diría de Serrano, que ya acumula cinco competencias? Es delegado de Economía, Empleo, Mercados,  Turismo y Fiestas Mayores. Medio Ayuntamiento ya es suyo y ahora sólo le falta que Zoido, falto de banquillo, le encomiende también el otro medio.

Pero, ¿acaso no hay en el organigrama municipal un primer teniente de alcalde llamado Javier Landa y que por lógica debería ser el señalado por Zoido? Landa, el fichaje-estrella del alcalde, se ha autodescartado para la carrera sucesoria, víctima de sus propios errores y de su exceso de reglamentarismo. Su problema es que cree que el Pleno es un parvulario donde debe seguir ejerciendo como el catedrático que era.

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