Ideologías

Publicado: 17/06/2013
En democracia el hombre es firme en el ánimo para ser generoso y no egoísta, valiente y no prepotente, optimista y no insensato.
Una profunda lectura de Historia de la Filosofía exige el mundo complejo posmoderno. Como manual al uso en la mesita para reflexión de cada día que mantenga en forma el rigor mental. La filosofía no da soluciones, me dirá alguien desacreditando el raciocinio como está de moda. Pero sin ella no hay salida de este laberinto de consumo hedonista que nos adormece. A qué temas ha atendido el hombre en cada época y a qué conclusiones ha llegado en el momento es pregunta interesante y necesaria para conservar la libertad, así es nada. Es madre de la vida, se ha dicho, que la historia no es sino filosofía aplicada al comportamiento.

 

El peor libro que encontré en mi vida se titulaba Las Soluciones, un nulo  pastiche de posguerra que buscaba halago del poder con mirada de perro. No hay soluciones definitivas, nos acercamos en una postura razonable siguiendo los senderos de la cultura: filosofamos, que es un arte antiguo y con todos los visos de ser el mejor. Y el único, porque acercarse a verdades absolutas es propio de Dios y de los tontos de capirote, dos extremos. Es materia el dogma de la teología y desde la inteligencia es una contradicción humana como tantas, y un facha es un dogmático cuyo autoritarismo le chorrea hasta el suelo. Ha sido necesario a veces cambiar de época para ver algunas verdades nebulosas, que se explotaban entretanto. 

 

Creemos en lo que nos conviene, dice un adagio inteligente, y esta cortedad ha metido a la humanidad en muchos despropósitos. Y sin embargo en la religión hay un criterio seguro, el amor, que no debería dar lugar a equívoco, pero es duro el corazón humano. Los partidos no respetan la libertad de pensamiento y aplastan la esencia del ser con la disciplina de voto; así no pueden pertenecer a ellos sino los intereses. ¿Se puede renunciar al libre albedrío por la economía de grupo? Interesante discusión de filosofía moral que está sobre el tapete y que a algunos impide la pura  afiliación. La ética y la patente de corso.

 

La Historia de la Filosofía es necesaria por formarse un criterio, o mejor una metodología que fortalezca la búsqueda de la verdad. Da muchas probabilidades de llegar al acierto o al menos pone un fondo que nos libre del precipicio. Como esas vallas que limitan los acantilados sobre la resaca.

Nuestro tiempo está lleno de inestables apoyos y poner el pie requiere sana  prudencia en esta complejidad que lleva con frecuencia al relativismo. No pocas veces se reflejan logreros en estas indefiniciones con sus telas de araña tendidas en el paso común. El dinero es única aspiración hoy y a su paso todo cae. No es fácil mantener la cordura con tales tentaciones y las ideologías no tienen valencia abierta hacia la ética más elemental. Su lenguaje sustituye el dinero por votos, que acaba conduciendo también al euro, que es el poder.

 

Las ideologías no tienen por qué ser nobles sino que pueden formar amalgama con materiales despreciables y dar a la democracia dureza de bronce si se apartan de la ética. La nobleza humana está en el razonamiento que se hace fuerte en grupo, cuando superando ideologías busca el bien común y, desde esta fortaleza, se adolece de los débiles. En democracia el hombre es firme en el ánimo para ser generoso y no egoísta, valiente y no prepotente, optimista y no insensato. Leamos al pensador fundado para hacer imitación de su doctrina en un digno entrenamiento de sus virtudes.   

Es la única forma de manejar la crisis y de dejar señalado al corrupto.

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