Si Roma se presta a algo es a convertirse en salón de grandes actos. Más si quien los protagoniza se llama Giorgio. Lo vimos hace unas semanas, el pasado 5 de junio, en el desfile y posterior fiesta que Armani organizó para celebrar la apertura de su nueva boutique: 900 metros cuadrados en plena Via Condotti.
"Roma siempre me ha fascinado. Es poderosa, rica en historia y con lugares únicos", nos cuenta Armani que, con las One Night Only (el año pasado se celebró la primera en Pekín con motivo del décimo aniversario del desembarco de la marca en el mercado chino), confirma que ha encontrado una fórmula para difundir su mensaje con toda la épica de los 360 grados.
"Un evento como este ofrece la forma más eficaz de crear un sueño y de expresar el estilo de vida Armani de manera completa, atractiva y apasionante [...] soy un firme defensor de todo lo que es italiano; para mí significa apoyar los valores y el carácter distintivo de mi país". En esa misma entrevista, Armani instaba a sus compañeros de profesión a luchar unidos para que la Semana de la Moda de Milán se alargase a diez días sin que la voluntad de ninguna editora de moda norteamericana interfiriese en la elección de fechas. "¿Cómo se atreven? Con la industria y toda la producción que tenemos aquí". Luego, y sin nombrar directamente a Miuccia Prada, cuestionaba la respuesta dada por la diseñadora a su elección de París como escenario para los desfiles de Miu Miu. "Alguien dijo que no daba tiempo a organizar dos desfiles en una semana, pero esa explicación a mí no me satisface. Yo lo hago. De hecho, no sé quién me sugirió hace años que desfilara en Londres pero, ¿cuánto hubiera durado eso? Suelo emplear a 70 personas en cada show, piensen en los billetes de avión, las facturas de hotel... Tengo un gran teatro en Milán"
No muchos nombres de la historia de la moda pueden, con su sola mención, conjugar un estilo tan concreto como el de Armani, que siempre ha contado con el tiempo como mejor aliado. Hasta el punto de dar la sensación de que le ha ganado más de un pulso: "El tiempo es el tiempo. Y uno nunca tiene suficiente".
Eccentrico, que antes de hacer parada en Roma ha visitado Milán, Tokio y Hong Kong, es una muestra de 62 trajes de Giorgio Armani y Armani Privé que traza el camino recorrido por esas prendas con las que Armani ha vestido la historia. Hablamos, efectivamente, de los trajes con los que aportó fluidez a la silueta masculina y las chaquetas con las que dio poder a la femenina. Así como de los vestidos de noche que marcaron el inicio del affaire entre las celebrities y la alfombra roja. Hay muchas maneras de concebir y confeccionar moda. Lo que yo siempre he intentado es hacer ropa que la gente pueda llevar. "Para mí, eso es lo que cuenta" -explica sobre su aproximación pragmática al diseño-. "Nunca he tenido nada que ver con la moda que se identifica con las temporadas. Mis clientes acuden a mí en busca de un espíritu determinado".
Pero a él no le gusta que le llamen rey, como a menudo lo hace la prensa italiana. O sus colegas de profesión. El año pasado sin ir más lejos, Roberto Cavalli se lo llamó acusándole de dar indicaciones como si de órdenes se tratara. Armani no dudo en darle la réplica: "Cavalli debería quedarse tranquilo, porque el pequeño rey se podría enfadar".
A Armani a menudo se le aplica el adjetivo de consistente. El otro sería leal. Cuando se refiere al que fuera su pareja de toda la vida y cerebro de la empresa, el desaparecido Sergio Galeotti, hace hincapié en el hecho de que tras su muerte, nunca pensó en pasar el testigo porque Giorgio Armani, la marca, era el testamento de Galeotti.
Llegados a este punto es cuando brota la eterna pregunta de la sucesión. Sobre todo tratándose de un negocio que a pesar de su tamaño y diversificación, se ha construido sobre un solo nombre. Por su parte, Armani ha declarado en numerosas ocasiones que continuar siendo diseñador a los 85 años sería absurdo. Pues bien, ahora tiene 79. Pero no hay visos de retirada. "La continuidad de la empresa ya está definida en todos los aspectos, incluso en el creativo. De todas maneras, de momento no pienso renunciar. Mi vida es mi trabajo". Armani concluye: "Simplemente, soy la prueba viviente de que el trabajo te mantiene joven".