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Viernes 05/07/2024  

La Tribuna de Nertis

8 apellidos vascos

Ayer estuve viendo la película de la que había oído hablar a todo el mundo, 8 apellidos vascos. No voy casi nada al cine...

Ayer estuve viendo la película de la que había oído hablar a todo el mundo, 8 apellidos vascos. No voy casi nada al cine. Soy mucho más de teatro y de música en directo. Pero lo primero que me impresionó fue la gran cantidad de gente que había, no sólo en esa película sino en todos los cines.

Era un lunes, también había fútbol y sin embargo las colas eran muy importantes. Supongo que influiría la campaña especial de precios de estos días, pero en todo caso no puedo dejar de reflejar que me alegra que exista tal afluencia y que constato que, frente a las continuas quejas que oigo de la crisis de los cines y la necesidad de subvenciones, he comprobado que si se dan películas que ofrezcan algo que interese, la asistencia es verdaderamente importante.

En cuanto a la película, la verdad es que me reí, alguna vez a carcajadas, pero bastante menos de lo que esperaba. Quizás por aquello de que cuando esperas mucho de algo, al final siempre te decepcionas. Pero sinceramente creía que iba a ser mucho más divertida de lo que me resultó, aunque desde luego pasé un rato muy agradable y disfruté de algunos momentos muy graciosos, lo cual por sí solo merece la pena  desde luego.

Pero lo que la película en todo caso pone de manifiesto es la ridiculez en que se ha convertido esto de los nacionalismos y las diferencias entre las autonomías, así como el papanatismo y la mentalidad claramente pueblerina que se repite en los nacionalismos, y también en los regionalismos a ultranza. Eso de que solo lo mío es lo mejor, o aquello de estar pensando que lo importante es cerrarse en una limitada forma de vida frente a la universalización que debe predominar en el mundo a estas alturas de siglo.

Por motivos profesionales he acudido durante unos años con alguna frecuencia al País Vasco. Y siempre me ha entusiasmado volver. Sin gustarme esas actitudes e imágenes que respecto a la política se aprecian en algunos lugares, por el contario nunca he tenido un incidente y siempre he disfrutado de sus paisajes y sus ciudades. No digamos ya de la comida. Por eso me parece que debemos seguir en ese camino de integración sin violencia y de abandonar esa estupidez de las nacionalidades que pierden el tiempo en un objetivo totalmente trasnochado.

Pero tengo que decir que me ha impresionado también la forma en que ha fallecido el nacionalista alcalde Bilbao, rodeado y querido por su ciudad, con ese profundo convencimiento religioso que ha expresado, que evidencia que cuando hay grandes políticos y personas al final se  manifiesta.

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