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Gusanos a la hora de votar

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Manzanas podridas. El hartazgo actual de la ciudadanía con respecto a la clase política es directamente proporcional a la denuncia vigente, persistente, que se ha instalado entre nosotros y promete sacar a la luz parte de la corrupción que generaron tres décadas de controles laxos de la prebenda y el privilegio públicos. La crisis se encargó de detonar la ira cívica del pueblo llano que, asqueado de tanta ofensa a su bolsillo, cuando más necesitaba tirar de hucha, constató que el establishment seguía pegándose la vida padre, barra libre ininterrumpida, ajeno a la extensión de la miseria y la precariedad. Todo tiene un límite. El populacho que aplaudía a rabiar la profilaxis revolucionaria de la guillotina, hoy, insulta a los corruptos a la puerta de los juzgados, al tiempo reclama celeridad en la aplicación de las condenas de prisión. En un mes y una semana, estrenaremos un año enfáticamente electoral: comicios locales en mayo y generales en noviembre. Alternativas antisistema encabezadas por líderes de nuevo cuño como Pablo Iglesias y Alberto Garzón prometen abrirse paso a codazos entre las dos marcas prototípicas del bipartidismo y la casta. La hegemonía de PP y PSOE se desmorona, a decir de la última entrega del CIS y de las propias encuestas encargadas por Génova y Ferraz. Un estudio demoscópico de los populares centrado en Andalucía marca la decadencia de las mayorías absolutas del PP en las ocho capitales hasta consumar una caída media de 20 puntos. La filtración interesada de tan funestas previsiones, obviamente, no tiene otra mira que movilizar al electorado afín. Es más, si el populismo radical amenazase la estabilidad de las instituciones, el poder económico, a través de voceros bien pagados como Felipe González y José María Aznar, reclamaría por el bien de España en el seno de la Eurozona, un pacto a la alemana entre los dos partidos históricamente preeminentes.
Ajenos al tablero de la alta política, aquí, en Jaén, nos conformamos con sacarle punta a locuciones coloquiales como la usada por el alcalde Fernández de Moya para confirmar sus ganas impostadas de repetir como número uno del PP al Ayuntamiento de Jaén: “Estoy como una moto”. O lo que es lo mismo, “Hallarse muy nervioso por tener mucho que hacer o, simplemente, en otra acepción también muy extendida, estar loco”. El bueno de José Enrique debió limitarse a mostrar su predisposición al sacrificio con cualquier otra frase menos proclive a interpretaciones jocosas. En la plaza de abajo, entretanto, hoy, a las siete de la tarde, sus principales adversarios sobre el papel de cara al 24 de mayo, los socialistas, se afanan por preparar un acto público de presentación del candidato Fernández Palomino que insufle optimismo y autoestima a la alicaída moral de la militancia. Manolo frente a la adversidad, a las encuestas, y al soniquete pepero de que tributa en Los Villares. Palomino, eso sí, contará con el respaldo de Susana Díaz. Otra visita de la presidenta de la Junta a Jaén, por cierto, sin rendir visita protocolaria al regidor capitalino, aunque bien podría De Moya, horas antes, forzar el encuentro con Díaz en Castellar, localidad gobernada por el PP, donde la jefa del ejecutivo andaluz inaugura un colegio. Cualquier argucia con tal de no soportar de nuevo la conocida cantinela sanclementina de agravios y desconsideraciones.

Alivios

ADRs. Las 7 asociaciones de desarrollo rural de Jaén están de enhorabuena. Tras infinitas penalidades, restricciones y fiscalizaciones, la pasada semana recibían una transferencia de 120.000 euros por grupo que les permitirá saldar parte de las nóminas pendientes con el personal –la sobredimensión de la estructura de personal fue la losa de algunas de estas adrs durante los últimos seis años-, así como cerrar debidamente el marco comunitario 2009-2014. El futuro inmediato, a partir del segundo semestre de 2015, presentará significativos cambios. Atentos.


Banco de Alimentos. Viernes y sábado de esta semana. Previo a la Navidad. Casi sin tajos de aceituna. Con las administraciones públicas racionando la calderilla solidaria por aquello del fin de ejercicio. Dos mil jiennenses, repartidos por supermercados de toda la provincia, aguardarán a que hagamos la compra para que ‘arrimemos’ un poco de esperanza a los que no llegan a cubrir en casa ni las necesidades básicas. Aunque en Jaén, donde menos se cobra de España, muchas familias humildes sobrellevan durante el año la miseria de los miembros más débiles y desafortunados del clan, todavía quedarán arrestos de generosidad para aportar al menos un puñado de macarrones o garbanzos a la gente que no tiene nada. Sea.

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