Si en estos tiempos de crisis, cumplir con los dos primeros requisitos es ya difícil, lo es más disponer del permiso B. ¿Qué fue del tópico de que montar una autoescuela era un auténtico negocio y que te sacaban los cuartos hasta más no poder?. Un tópico más, para el presidente de la asociación provincial de autoescuelas, Antonio Herrera, que se echa las manos a la cabeza a la hora de hacer cuentas sobre las pérdidas que acumulan en los estos meses. “Las autoescuelas están vacías, la gente ni se asoma”, asume con desesperación.
Y es que la mala coyuntura económica ha relegado el carné a un segundísimo plano, ni siquiera para encontrar trabajo. No hay suficientes alumnos ni para completar una clase y la avenida Lola Flores, parada obligada del nerviosismo por ser el punto de quedada para los que tengan que hacer los exámenes prácticos, se ha quedado desértica. Dos, tres, a lo sumo cuatro vehículos con el identificativo de la L.
En esta situación, las autoescuelas han tenido que “apretarse el cinturón”, nunca mejor dicho, y adoptar sus particulares medidas de ahorro. Es decir, donde habían cinco profesores ahora quedan dos y la flota de vehículos, dadas las cirscunstancias, con tan poca gente para enseñar, ha quedado bastante reducida. Antonio Herrera no es capaz de pensar en positivo, es más, “estamos al borde del precipicio y lo peor está por venir”. El presidente de las autoescuelas de Cádiz se refiere al mes de agosto. Treinta y un días complicados, sin trabajo, con cierre obligatorio porque Tráfico no examina por vacaciones, un mes donde se decidirán muchas cosas, los que podrán continuar con su negocio y los que no. En este sentido, Herrera vaticina más de un cierre debido a la incapacidad de sobrellevar las deudas que acompañan a la crisis. Actualmente son veintisiete las autoescuelas abiertas en Jerez, “pero antes cerraron ya cinco y otras seis tuvieron que cambiar de propietario. Hay compañeros que ya me han comentado que están pensando en cerrar después de agosto”, dice con resignación.
variedad de precios
Como era de esperar, una de esas medidas anticrisis para salir adelante ha sido la libertad competencia en cuanto a precios. Unas marcan unas cifras, otras, al enterarse de que bajan los precios de las prácticas, ofertan más y mejores condiciones, así hasta el punto de llegar a la “guerra por la supervivencia”, titula Antonio Herrera, que se muestra totalmente en desacuerdo con esta política sobre cómo salir a flote en los malos tiempos.
De un tiempo para acá los precios bailan a gusto del consumidor entre unas y otras. “No hay que bajar los precios porque alumnos no hay, hay que cobrar un precio digno para intentar mantenerse”. La hora de prácticas costaba hace un año veinticinco euros, ahora ha bajado a los veintidós, y no es de extrañar encontrar más gangas. Si la parte teórica era la más costosa en todos los sentidos, “la teórica prácticamente se está regalando. Nos gustaría hablar de grandezas, de tiempos mejores, pero desafortunadamente lo peor está por venir”.
Las matriculaciones han caído a más del 30% y la media de alumnos es de unos setenta cuando antes superaba los doscientos”. El presidente de la asociación provincial de autoescuelas de Cádiz duda mucho de que se puedan alternativas para remontar. Septiembre del año pasado fue un mes “crítico” y el comienzo del descenso cuesta bajo y sin frenos. Diciembre y enero han sido también dos momentos difíciles.
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