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El Jueves

El hábito no hace a la monja

Cuando uno va andando por la calle no le resulta raro cruzarse con una pareja de las Hermanas de la Cruz, que raudas y con la cabeza levemente agachada...

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Cuando uno va andando por la calle no le resulta raro cruzarse con una pareja de las Hermanas de la Cruz, que raudas y con la cabeza levemente agachada, seguro que se encaminan a la casa de alguien que demanda su caridad. Tampoco se escapan a lo que uno sabe las Hermanas del Pozo Santo, que cuidan de muchos ancianos en su asilo o las Madres del Hogar de San José de la Montaña, que a diario se las ingenian para asistir, educar y dar una mejor vida a una veintena de niños con los (escasos) recursos que reciben. Cuando uno ve todo esto le da sentido a lo que representa, en ocasiones, un hábito y una vida de entrega sin pedir nada a cambio. Estos son sólo unos botones de muestra. En nuestra ciudad hay más. Bastantes más. Y en resto de España también.

La sorpresa viene cuando ves a una sexagenaria religiosa en la televisión, la abadesa del monasterio cisterciense de Santa María de Vallbona, Anna María Camprubí, soltar perlas como ésta, en referencia al ilegal referéndum del 1 de octubre: “Nosotras estamos convencidas de que hacemos bien. Bueno, ni bien ni mal. Nosotras lo encontramos natural. Es votar en un país democrático". Ea, pues se equivoca bajo mi punto de vista. Porque usted debe hacer que prevalezca el bien. Y también ha olvidado que la Iglesia a la que pertenece no tiene la democracia como uno de sus principios. Aunque le pese, la Iglesia sigue teniendo una jerarquía piramidal, buena o mala según se mire. Además, el Monasterio donde usted vive, según informa su web, ha sido habitado por monjas desde el siglo XII "con una disciplina perfecta, un paraíso enclaustrado, donde se vive en unidad". Unidad. Vaya paradoja.

Claro que esta abadesa no tiene ni punto de comparación con Teresa Forcades, la religiosa que, junto al profesor Arcadi Oliveres, soltó un manifiesto "por un cambio de modelo" y el anuncio de una candidatura unitaria al parlamento catalán, capaz de convocar la asamblea constituyente que lleve a Cataluña a la secesión. Ahí es nada. La fama que la antecede no es menor: irrumpió con un video alegato contra la vacuna de la gripe A, levantó ampollas con sus declaraciones sobre el aborto o la homosexualidad, hizo un llamamiento televisivo a la huelga general indefinida y provocó sorpresa con su exaltación de Hugo Chávez. Pero esta buena mujer ¿de dónde ha salido?

Uno compara con lo que ve, con lo que tiene cerca. Y se asusta. O se sorprende, aunque el umbral de la sorpresa ya esté en estos días, en unos ratios difíciles de igualar.

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