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La tribuna de Viva Sevilla

SEFF: Un festival de contrastes

Miguel Olid Suero, doctor en Comunicación Audiovisual, hace balance de la reciente edición del Sevilla Festival de Cine Europeo.

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Concluido el SEFF, llega el momento de señalar algunos aspectos que no merecen pasar desapercibidos. Empezando por el cartel, habría que decir que la renuncia a encargar uno original parece una decisión más bien cobarde y conservadora tras la polémica del año pasado; conlleva implícitamente la asunción de que el encargo a María Cañas fue un error; nada más lejos de la realidad dada su consolidada trayectoria artística. Por el contrario, el propio lema de este año, Cuélate en el cine europeo, es un buen ejemplo del espíritu transgresor del festival, ya que si se suprimiera la palabra europeo, podría entenderse que es toda una invitación a eludir alegremente de colas, taquillas y porteros.

También hay mucha valentía en la programación de una película nacida para suscitar polémicas. Se trata de El Rey, respaldada por dos actores, Alberto San Juan y Willy Toledo, que reinaron, y valga el juego de palabras, en la comedia española hace alguna década, pero que andan desaparecidos del cine por su radical compromiso político y, en el caso del segundo, por su polémica deriva. No deja de ser significativo que el Festival de Málaga haya programado este año numerosas actividades en conmemoración del 40 aniversario de la Constitución, mientras que en Sevilla se incluya una película definida en el programa de mano del SEFF como “un revulsivo contra la cultura de la transición”. Programarla a pocos meses de las elecciones municipales, sabiendo que puede emplearse como arma arrojadiza, se antoja como una decisión valiente y arriesgada, aunque, para otros, puede ser osada e inconsciente. Al margen de que El Rey pueda ser considerada un panfleto, cinematográficamente carece de valor alguno; se trata de una obra de teatro filmada y su inclusión en un festival de cine es incomprensible salvo que haya otras intenciones.

Otro título muy esperado fue Idrissa, crónica de una muerte cualquiera. Sus autores son los mismos del polémico documental catalán Ciutat morta, alegato en pro de la inocencia de Rodrigo Lanza, quien años después fue detenido por un crimen de odio, al asesinar, presuntamente, a un hombre que portaba unos tirantes con la bandera de España. Se trata de una obra alargada hasta la saciedad y que recuerda bastante, por su argumento, a un excelente documental andaluz, Samba, un nombre borrado, de Mariano Agudo, que el año pasado se pudo ver en la sección Panorama Andaluz del SEFF. Comparados ambos títulos, resulta sorprendente que este último no fuera incluido en la sección oficial y la producción catalana, sí.

Parece una contradicción construir una programación de espaldas a la industria (debilidad por películas marginales frente a la negativa a programar Tu hijo o Quién te cantará) a la vez que se organizan actividades en fomento de la industria audiovisual. Ahí el festival debe definirse: ¿quiere ser un referente de la industria del cine español? ¿sí o no? Lo que no puede hacer es contradecirse. En los próximos días saldrán, un año más, triunfalistas datos sobre el incremento de público. Cifras que quedan en evidencia si se compara con las de Sitges, por ejemplo, con una sala de 1.400 butacas llena a rebosar ya sea a las 11.00 de la mañana o de la noche, y con el precio de la entrada más barata a 9 euros frente a su equivalente en Sevilla, en torno a los 2 euros y es que con estos precios, más baratos que los de la Fiesta del Cine, lo difícil sería no llenar.

De nuevo han abundado los cineastas desconocidos para cualquier persona con cultura cinematográfica media alta en detrimento de los grandes nombres del cine europeo. Es la apuesta del actual director del festival, de acuerdo, pero esto se contradice con la imagen que se quiere dar del festival en su propia web, donde se puede comprobar que la mayoría de los grandes cineastas enumerados vistos en el festival vinieron en las etapas previas a Cienfuegos. Es más, al tan denostado Festival de cine y deporte vinieron Susan Sarandon, Stephen Frears, Leni Riefenstahl, así como Pedro Almodóvar, Luis G. Berlanga y Elías Querejeta. Tal vez habría que reconsiderar el modelo de festival y destinar más dinero para los trabajadores del festival, quienes lo hacen posible, en lugar de invitar a tantos y tantos desconocidos.

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