Hace un par de semanas tuve la oportunidad de conocer, de la mano de la Asociación Sociocultural de Voluntariado IUVENTA, dos localidades de nuestra provincia que nunca había visitado.
Una fue Arjonilla, en la que conocimos su castillo, en cuya Torre del Homenaje, aún en pie, vivió Macías el enamorado, el trovador cuya historia de amor y fatal desenlace inspiró obras de Lope de Vega y de Larra.
También conocimos el Palacio del Marqués de la Merced, del siglo XVII, en las que se ubican unas colecciones de cerámica histórica y arqueológicas, entre otros elementos de interés. Finalmente descubrimos el interior de uno de los refugios antiaéreos de la localidad, muy interesante, y degustamos el dulce típico local, las “cristinas”. No deja de ser sorpresivo seguir descubriendo que en nuestra provincia existen localidades con este potencial patrimonial e histórico.
Previamente habíamos visitado Lopera, otra sorpresa. Un castillo de dimensiones considerable y estupendamente restaurado, con el alcazarejo central que hoy sirve de centro de interpretación de dichos espacios calatravos y que, en el transcurrir de los siglos, han tenido diversas funcionalidades.
También pudimos visitar la Casa de la Tercia y descubrir la preciosa Plaza de la Constitución. Una localidad que les aseguro que merece la pena conocer pero… la verdadera sorpresa del día fue descubrir que en la Plaza de la Constitución de Lopera se conserva todavía la fachada de la casa de un heterodoxo español del siglo XVII y de origen judeoconverso. Había tenido noticias pero, realmente, no tomé conciencia de la importancia del asunto hasta que estuve allí delante.
Hablo de Juan de Prado, natural de Lopera, que estudió medicina en la Universidad de Alcalá de Henares y que formó parte del grupo judeoconversos que, cansados de la persecución inquisitorial, marcharon a Ámsterdam incorporándose a la comunidad judía, en su caso con el nombre de Daniel. El tiempo haría que la comunidad judía de Ámsterdam lo expulsara de su seno por sus ideas racionalistas.
Juan de Prado es mucho más que un mero “médico sefardí”. Se trata de todo un personaje que formó parte del grupo de librepensadores judeoespañoles que vivieron en la Ámsterdam del siglo XVII, junto a Baruch Spinoza o Uriel da Costa.
Creo que Lopera y la provincia en general, debe tener conciencia de quien es Juan de Prado, de su origen giennense y si se señalara su casa, en la plaza de la Constitución de Lopera, con algún tipo de placa, monolito o distintivo que recuerde su vinculación con ese lugar, sería muy interesante.