Hoy hablamos de los corruptos y dejamos a un lado a los honorables.
La política agranda de forma interesante las posibilidades ocupacionales para una buena parte de la población; algunos volverían al paro al suprimir ayuntamientos democráticos, se notaría sin duda. A la política acuden los mediocres que no han conseguido abrirse camino por los medios 'naturales'; todo esto y más cosas andan diciendo algunos y yo no entro en esa disquisición porque al fin y al cabo su situación es legal y de derecho. Decidme si no, continúan argumentando los malpensados, cuántos médicos afamados andan dentro de ella o cuántos arquitectos o ingenieros, que tienen un puesto de élite asegurado en el mundo laboral del momento. Si esto fuera así habría que pensárselo, porque una organización social orientada por indocumentados no es un problema baladí.
La política es una profesión digna y necesaria en extremo, quién lo duda, en esta sociedad compleja a que hemos llegado y es de lamentar que no haya estudios serios que reflejen la realidad de tales habladurías. Sí se puede afirmar que la sensación que se está dando en estos momentos es muy desagradable y, aunque en lo malo se tienda a sonar más de lo que es real, hay que reconocer que está atronando una realidad más de la cuenta. Yo sí me atrevo a decir que los partidos políticos no están a la altura de las circunstancias; sólo les interesa el voto, eso es lo que se desprende de una observación muy somera, y nunca se han cuidado de insuflar en sus militantes la honradez, la moral y las buenas apariencias. Al menos es lo que vemos el común a primer vistazo. Deberían ser instituciones con un fin principal de formar ciudadanos honrados antes que agresivos, honestos a carta cabal y defensores de lo justo y lo sensato. ¿Qué partido se distingue en estos momentos por estas intenciones?
Organizar una sociedad sin una moral que compartan sus individuos es un riesgo que acarreará no pocos inconvenientes, a la vista está. Está peligrando la democracia, ni más ni menos, y esto tiene obligación de estimularlo cada partido político en su interior y para ejemplo; en este sentido afirmamos que están obligados y que no han estado muy finos. Es 'vox populi', los mismos que ya hemos citado, que es mucha más la corrupción que no se ve, y esto tiene su parte de interés porque la mancha no se limita nunca a unos pocos: cuando una sociedad está corrompida, lo está al completo, como le ocurre a un charco de agua. Lástima de guerras fratricidas, de sangres vertidas, de horas de trabajo, de sudor y lágrimas para que de forma desaprensiva el primero que se le pone a tiro se apropie lo que es patrimonio del común. No tiene comentario.
Por fin sigue la conseja diciendo que hemos hecho en nuestro grupo social amistad con lo corrupto, que en cierto modo los glorificamos como habilidosos para el pelotazo o al menos no los condenamos con esa censura social a la que tanto tememos. Ojalá hubiéramos sido nosotros; cinco años de cárcel y a disfrutar nuestros hijos y los nietos. Esto también dicen. Y, vive Dios, el pueblo que formamos habla mucho pero tenemos un sexto sentido para dar en el clavo.
Cuando el río suena… Habrá que tomar medidas en memoria del trabajo de tantos que han sudado cada cosecha bajo la canícula de agosto y han pagado sus impuestos religiosamente y han sido perseguidos por hacer huelgas contra la injusticia o han vivido pisados comiéndose su dignidad. Hoy hablamos de los corruptos y dejamos a un lado a los honorables. Y en verdad que se enciende la sangre contra ellos y contra ese grupo de papanatas que aplauden al inculpado por el juez.