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Martes 16/04/2024  

Desde la Bahía

Alfombras y toros

Le costó mucho a Naturaleza y Evolución llegar hasta el homo sapiens único capaz de contemplar, cantar y ensalzar su belleza y su origen.

Publicado: 15/03/2021 ·
15:16
· Actualizado: 15/03/2021 · 15:16
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Autor

José Chamorro López

José Chamorro López es un médico especialista en Medicina Interna radicado en San Fernando

Desde la Bahía

El blog Desde la Bahía trata todo tipo de temas de actualidad desde una óptica humanista

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La naturaleza es la alcaldía de la evolución. La evolución es un municipio complejo y plural, que al cubrirse con el tul de moda del progreso repta por las superficies de la mediocridad. Nuestro planeta necesitó entre 200 y 800 millones de años para que en él surgiese la vida. La deducción es fácil y lógica: otros planetas a los que actualmente les negamos presencia de vida, pueden estar en el intervalo de millones de años que se precisó para su aparición en la tierra y un día - indefinido me diréis - puede surgir en otro astro una forma de existencia que no es posible imaginar. 

En el seno de sus aguas, la naturaleza que es el alcalde regidor, tenía escondida en el seno de sus aguas los primeros esbozos de vida. El municipio, que es su morada terrenal, se encargó de hacer evolucionar aquel inicio orgánico, pero ni aquella ni éste serían reconocidos, admitidos y admirados, hasta que complejas replicaciones y mutaciones alcanzaron el punto álgido de la creación y el homo sapiens hizo su aparición en el planeta. 

Nuestra isla - salada ínsula - ha recibido bastantes dádivas de la naturaleza. Su abertura al océano en Camposoto, con su sesamoideo del Castillo, configuran playa y paisaje excepcional. La bahía tiene su visión más eminente desde la Casería de Ossio, lugar hoy triste porque su municipio emulando a Boabdil, más que guerrero implacable que es lo que se precisa, duele lágrimas de pereza y abandono a lo largo de muchos años. Marinos, marineros, pescadores, universitarios y trabajadores de la industria naval, codo con codo, comerciantes de todo tipo, profesionales docentes y de la salud - tan importantes hoy día - plumas hábiles y poetas crecidos en el entorno de blancos montículos de sal, han sido los artífices del evolucionado San Fernando actual. 

Todos ellos hicieron posible la construcción de unos de los mejores y mayores Ayuntamientos del país, que ahora tras larga espera - como ocurrió con el inicio de la vida - por fin va a reinaugurarse. Falto de corazón - me refiero a la cerámica del corazón de Jesús retirada - estamos expectantes en ver qué clase de alma - vida - va a adoptar. Y los primeros pasos apuntan a un hecho mezquino. Se van a comprar unas alfombras por no sé cuantos miles de euros. La crítica no se ha hecho esperar. Si queremos estar entre los cinco mejores municipios de España, tenemos que tener también elegancia, confort, belleza y calidad en nuestros enseres, porque el hábito es el que sigue diciéndonos si la persona es un monje. Nos costó más el paseo desde Ronda del Estero al puente de Zuazo, adonde han ido a parar farolas, lámparas, enrejados y suelos, que debían haber sido vigilados para evitar esa barbarie. Tengamos “altura de miras”. A veces se precisa una excelsa calidad, porque a la larga, es bastante más económica. Un buen administrador lo sabe. 

Un hecho contradictorio con lo expuesto, fue la construcción de nuestra plaza de toros. Quien - o quienes - intervinieron en su construcción, no sé por qué tipo de ahorro, económico o espacial, la dejaron sin callejón con el enorme inconveniente que surge para la lidia, cuando lo que sueltan son verdaderos toros. Pues bien, ahora hay un problema mayor y diferente. Se ha restaurado el coso, pero a costa al parecer, de arrebatarle de un plumazo su apellido biológico, ¡con lo que las leyes defienden en la actualidad el conseguirlo! Ni hablar de Plaza de Toros solamente Plaza. Multiusos, con un solo festejo taurino, que poco a poco se irá deslizando hacía el olvido. Parece que nos avergonzamos de celebrar corridas de toros. 

No saber y por lo tanto no comprender cualquiera de las manifestaciones del arte y la cultura es propio de ignorantes en el hecho que se trate, aunque en el espectáculo a que nos referimos incide más el resentimiento. Tras navidades y Semana Santa, ferias, romerías, toros y flamenco, conforman la epidermis festiva de nuestra geografía y no he visto nunca vida humana sin piel, pero sí con las máscaras de tradiciones extranjeras, ahora tan bien recibidas. Ante una exposición de cuadros de Miró es fácil oír palabras degradantes ante aquella obra creativa, esperábamos un retrato y nos encontramos ante un pensador, filósofo y pintor. Conozcamos la tauromaquia antes de opinar absurda y encolerizadamente sobre ella. 

Le costó mucho a Naturaleza y Evolución llegar hasta el homo sapiens único capaz de contemplar, cantar y ensalzar su belleza y su origen. No anulemos su capacidad, conmutado su saber por desconocimiento, su creatividad por envidia, sus gustos por el amargo sabor de la hiel. El quejío flamenco y el desplante taurino, son gritos de libertad. 

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