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Miércoles 17/04/2024  

Desde la Bahía

Cuando de Madrid no se va al cielo

De nuevo la memoria quedará anclada en el último enfrentamiento civil.

Publicado: 21/03/2021 ·
21:44
· Actualizado: 21/03/2021 · 21:46
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Autor

José Chamorro López

José Chamorro López es un médico especialista en Medicina Interna radicado en San Fernando

Desde la Bahía

El blog Desde la Bahía trata todo tipo de temas de actualidad desde una óptica humanista

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Es verdad que el Gobierno de nuestro país ni siquiera se acercó a una forma correcta de actuación política ante la pandemia. Pero también estuvieron en "zona de descenso" la mayor parte de países de nuestro entorno europeo y los de más allá. Quien se aferra al consuelo de "mal de muchos ..." el refranero le coloca el pasquín de "tonto". Pero la pandemia es nadar contra corriente. Si te quedas quieto, retrocedes. Por eso hay que mirar hacia adelante y avanzar. Lejos quedaron los "lacayos aplausos", carentes de víscera cardiaca capaz de dar al sensiblero flujo de su sonido, el cálido roce de la sinceridad y la ternura. Todo terminó como si se tratara de un andén de estación, que una vez que se aleja el tren - la influencia política -,  la dispersión del público le deja en soledad.       

    Los verdaderos profesionales de la salud, que quieren una sanidad cercana, experta, de atención proporcionada en el tiempo y pronto diagnóstico, son conscientes y saben, lo que es andar solos y abandonados. Pobre del profeta que no tiene tras sí un ejército, decía Maquiavelo y el resultado no se ha hecho esperar.  Las agresiones en los Centros de Salud y Hospitales al personal sanitario crecen con rapidez de replicación viral. Andalucía es ejemplo, al contabilizar el mayor número de ellas. Nuestros establecimientos sanitarios no gozan de los privilegios (necesarios) de otras entidades. No hay arco metálico, ni medidas de seguridad, ni presencia de agente policial. Entran en ellos quien quiere y a la hora que le viene en gana. Las agresiones se condenan en bastantes ocasiones con multas y puedes encontrarte al día siguiente con la misma persona en el consultorio. En las largas noches de guardia se danza un tipo de "baile de inseguridad psíquica y física", sin saber con qué tipo de personas te tocará alternar. No hay testigos en la calle, ni luces en los balcones. Solo las ramas de los árboles golpeadas por el levantisco aire, comprenden la vulnerabilidad de la situación real. La sociedad, ahora no influenciada políticamente,  se encoge de hombros o da la espalda a este grave problema. Los poderes públicos siempre inclinan la balanza hacía el platillo que da más votos.

    La pandemia deja tras sí, una larga cadena de penuria, formada con los eslabones de las pequeñas y medianas empresas cuyas persianas de cierre, han perdido la capacidad de elevarse. En los restaurantes se impone el olor a humedad, al aroma de sus guisos. Los escaparates empiezan a exhibir solamente tejidos de araña. Las manos están quietas y cruzadas, cuando antes la movilizaban poderosos brazos trabajadores. La solución es la vacuna y hay que exigírsela a Europa, No queremos políticos "figurines" respondiendo a preguntas concertadas. Mujeres y hombres con  la energía que da la verdad real de la situación e imponiendo razón y respeto, son los que precisamos ocupen los sillones europeos.

    No será así. No es así. El mundo que nos interesa se ha contraído y España queda reducida a Madrid. Lema actual: Conquistar la capital del Reino. ¿Armas? Valen todas, sobre todo las que hieren y las que humillan. Mejor las que ensucian que las que brillan y molestan la retina de los mediocres y profesionales del insulto. Vencer en Madrid es alcanzar la gloria. Pero el día después de las elecciones, el gris volverá a cubrir la atmósfera y la vida seguirá sin encontrar un camino de luz que nos haga ver un hogar con ventana abierta por donde escapa el humo de una cocina en ebullición alimentaria. Un aparador donde haya olvidada unas monedas que nadie precisa sustraer porque la escasez ha perdido realidad. Una sobremesa en la que en medio de café y copa, el abuelo cuente con qué quietud daba los estatuarios Manolete y unos jóvenes que entre caricias y besos se hagan promesas de amor y de compartir un hogar ahora posible de adquirir, porque el paro se ha diluido en cifras decimales.

    De nuevo la memoria quedará anclada en el último enfrentamiento civil. Se dictarán leyes que solo favorecerán a los ideales del partido que venza. Creencias, propiedad y seguridad personal, seguirán su marcha tambaleante. La libertad será el derecho mejor administrado por el poder, que nos dirá la factura a pagar por ella. Aumentará la vigilancia a la creatividad. Y el país volverá a conocer los índices de contaminación por Covid, los fallecimientos, la ralentización vacunal, el avance de las estadísticas de pobreza, el aumento de subsidios denigrantes, la sucesión de oleajes de predominio viral, el rodar por plano inclinado y en caída libre, de su economía. Pero en las  "butacas del poder " no habrá ningún asiento libre y nadie se preguntará si los que las consiguieron.

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