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Sábado 20/04/2024  

Sindéresis

Cuello de botella

Por eso, la industria funciona cuando el que está en el cuello de la botella escucha, respeta y aprende.

Publicado: 01/08/2021 ·
15:35
· Actualizado: 01/08/2021 · 15:35
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Autor

Juan González Mesa

Juan González Mesa se define como escritor profesional, columnista aficionado, guionista mercenario

Sindéresis

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Todos los que nos dedicamos a oficios creativos dependientes de alguna industria conocemos algún caso parecido al que voy a contar. Durante la preproducción de Superman, Man of Steel, al parecer el equipo creativo propuso a los productores que, al final de la película, Superman destrozase la nave del villano con la pequeña nave con la que él había llegado a la Tierra cuando era un bebé. Hubo una conversación telefónica posterior en que producción dijo que no se podía destruir la nave pequeña porque entonces Superman nunca podría volver a Krypton. Después de eso, claro, algunos segundos de silencio antes que un avergonzado director les tuviese que recordar a los productores que Krypton había sido destruido al comienzo de la historia.

Ahora, imagina que no eres nadie conocido, que no tienes oportunidad de réplica y que tu historia, tu guion, tu proyecto, es rechazado por un genio de tal calibre que es capaz de embarcarse en la producción de una película de Superman sin saber, ni enterarse, de que Krypton ya no existe. ¿Cómo le explicas a esa persona por qué se llama así la Fortaleza de la Soledad? Si te parece extraño que esto pueda suceder es porque no te dedicas a ningún oficio creativo dependiente de alguna industria. Hay gente que hace un símil entre un político y una tortuga puesta encima de un poste de madera. No entiendes que hace ahí, pero no ha podido llegar por méritos propios, no puedes creer lo que ves, pero lo que es seguro es que no debería estar ahí ni hará nada útil mientras esté. Meridiano, ¿verdad? Esta metáfora tiene que ver con nuestra estructura social y la falta meritocracia que te venden para que te partas los cuernos a los pies del poste, porque si no tienes padrino, y después de mucho esfuerzo, cuando llegues arriba del poste ya habrá una tortuga dedicada a juzgar si tu guion es bueno o es malo, y más que dispuesta a ordenar los cambios que su acorazada panza considere oportunos. 

Ninguna industria puede funcionar si la persona que más cobra es la menos profesional y la que menos entiende, pero, más importante aún, si todo el resto le tiene miedo, le ríe las gracias y le aguanta las insolencias. Al final, si un equipo entero dice que no, el carro no se mueve, porque hay dos cosas que importan: el tipo que está en el cuello de botella y la gente que empuja. Si empujas fuerte, quitas cualquier tapón.

Por eso, la industria funciona cuando el que está en el cuello de la botella escucha, respeta y aprende. Si la tortuga se queda en su charca, donde es jodidamente buena siendo tortuga. Si se busca la excelencia allá donde se encuentre. Si el que pone la pasta se acostumbra a escuchar la palabra no con deportividad. Si ejercemos más solidaridad con el compañero que comensalismo con el patrón. Si transformamos la botella en un canal de riego.

Por eso, es importante que los políticos escuchen y manden obedeciendo, porque no hay otra manera de poner a funcionar las cosas. Por eso es importante que los políticos se reúnan con la gente, no con los presidentes de las asociaciones de la gente. Por eso es importante darle la vuelta al sistema, para que, por una vez, funcione. Por eso es importante aupar a quienes entienden las cosas, a quienes entienden que Superman, antes que un superhéroe, es un chico solo en un planeta extraño, el último de su especie, un inmigrante refugiado de la desgracia.

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