¿El sueño americano?

Publicado: 28/03/2024
Autor

Mari Loli Romero López

Maestra y escritora. Colaboradora en revistas internacionales. Dos libros publicados y cinco pendientes de publicación

Trópico de letras

Este blog trata de opiniones diversas sobre un mundo diverso

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No, ya no existe el sueño americano, se ha diluido en el pozo de la ilusión y del capitalismo...
El sueño americano o deseo de llegar a una tierra prometida para conseguir mejores oportunidades de vida, se germinó, principalmente en Europa. Sobre todo, los protestantes franceses que creyeron que en el nuevo continente se podían guarecer de las luchas religiosas de la época (finales del siglo XV y principios del siglo XVI). Multitud de franceses, irlandeses, escoceses e ingleses, emigraron a la costa de Virginia en EEUU, y así fue cómo este territorio se convirtió en la esperanza de vida de todos ellos. Pero, ¿se ha mantenido a lo largo de los años ese sueño americano, en el que la vida debería ser mejor y más rica en oportunidades, o se ha convertido en un sueño de coches caros y altos sueldos, o posiblemente se quiera tener el sueño de un orden social en el que cada persona sea capaz de tener las mismas oportunidades y haya igualdad social? Yo creo que ni lo uno ni lo otro, ya que, en el país más rico del mundo existe una gran pobreza. Su colosal abundancia de dinero desentona sorprendentemente con las circunstancias y condiciones en las que viven muchísimos de sus habitantes. Según Philip Alston, Relator Especial de la ONU, en un estudio realizado hace unos cuantos años, informa de que en este poderoso y riquísimo país, EEUU, viven unos cuarenta millones de personas en pobreza, dieciocho millones y medio viven en pobreza extrema y cinco millones lo hacen en condiciones de pobreza extrema, propias del  llamado Tercer Mundo.

¿Cómo es que siendo la primera potencia mundial permite el Estado que haya tanta desigualdad?

Según diferentes estudios realizados al respecto, la existencia de tanta pobreza es una resolución o dictamen político admitido por quienes están en el poder.

Además, existen otras deficiencias que contribuyen para que esto sea así, como la política de pleno empleo y la protección social para los más desvalidos que brillan por su ausencia, al igual que un sistema de justicia efectivo o igualdad de género o racial.
No, ya no existe el sueño americano, se ha diluido en el pozo de la ilusión y del capitalismo. En este país se hace creer que el pobre es malo y el rico es el bueno. La imagen que muchos políticos dan de los pobres es que son perezosos, holgazanes, tramposos y fracasados y por tanto, no merece la pena destinar dinero a bienestar social, pues sería dinero perdido. De este modo, los pobres tienen que soportar que la mayoría de los ricos no paguen sus impuestos al mismo nivel que lo hacen ellos, sin contar que las riquezas acumuladas se llevan a paraísos fiscales, además de conseguir su lucro por medio de la especulación, en vez de colaborar con la riqueza general de la comunidad estadounidense, según el estudio de Alston, añadiendo al mismo, que el mercado laboral para los pobres es extraordinariamente limitado y con ninguna ayuda de protección social, como he mencionado antes. Y si son despedidos de su trabajo, lo hacen sin compensación económica, ya que no es obligatorio que el empresario compense económicamente al trabajador que deja de serlo.

También, los más desfavorecidos son objeto de multitud de multas y tasas demasiado elevadas para pequeñas infracciones, las cuales acumulan por no poder pagarlas. Para alejar y ocultar a los desposeídos, a los sin techo,  se utiliza un sistema duro y cruel, pues se les multa por cualquier nimiedad  para meterlos en la cárcel o en instituciones mentales. Consideran que es el método más fácil para no hacer visibles los problemas sociales y engañan al mundo haciendo creer que no existen dichos problemas sociales y que desde el Estado se hace lo imposible para mejorar la desigualdad. Pero no es cierto, sino todo lo contrario, porque, a pesar de ser el país más rico de la Tierra, también lo es en desigualdad social, lo cual debilita el crecimiento económico sostenido. Y todo esto se hace ostensible en niveles educativos bien bajos, un inapropiado sistema de salud y la privación de protección social para la clase media y los pobres.

Mi sobrina, V. T. R., no es Relatora de la ONU, pero sí estuvo como turista hace poco en Los Ángeles, California y observó con sus propios ojos lo que por allí ocurre. Un olor nauseabundo a suciedad reconcentrada en las calles; en el metro, imposible entrar sin mascarilla para poder respirar; casetas portátiles a lo largo de las aceras que utilizan los sin techo para vivir, pues pierden sus viviendas al quedarse sin trabajo y no poder pagarlas; muchos drogadictos tirados por el suelo en colchones, etc... Se vino para España impactada y cabreada porque no es esa la imagen que ella tenía del país más poderoso del mundo. No, esas imágenes no se proyectan en los medios de comunicación.

El sueño americano no existe, ni EEUU es un país digno de admirar, sobre todo porque su carácter imperialista ha sido conseguido a base de oprimir a otros países, promover guerras, apoyar bastantes dictaduras  y bloquear democracias y el desarrollo para asegurarse el control de los recursos de la región para su propia conveniencia. Poco les importan sus pobres con tal de asegurar su hegemonía militar y geopolítica en el mundo, del cual se cree dueño y señor.

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