Desde que tengo uso de razón, es decir, desde este mismo lunes a las doce y cuarto, me pregunto en la soledad de mis soledades, por qué diantres es tan complicado que por las noches, o al mediodía, o por la mañana, algún canal de televisión emita películas o programas subidos de tono, ardientes, y si es posible, incluso rozando la pornografía.
Reconozco que mi petición está fuera de todo debate. Debatimos sobre el tabaco, el aborto, sobre el significado de Nación, sobre Gibraltar español. sobre proyectos educativos, sobre quién y por qué robó ordenadores en el Ayuntamiento, pero a mí me encanta el amor y sus derivados naturales, y apostaría por más sexo en televisión... mucho más sexo. El sexo tiene audiencia, y si no, que le pregunten a las televisiones locales o las miles de páginas web dedicadas al insano mundo del tralarí, tralará. El sexo atrae pero, por alguna oscura (je je je) razón es más fácil que Antena 3 programe este viernes una ‘peli’ de Chuck Norris que una de nuestro campeón, Nacho Vidal, que es al porno, lo que Nadal al tenis. La ‘oscura’ razón me sobrepasa. Ocurría igual durante mi educación... nadie me hablaba de sexo, ni en casa, ni en el colegio, más allá de bravuconerías de compañeros a punto de estallar por la revolución hormonal. Seis polvos sin sacarla, solo pensar en ello me cansa.
Pero sinceramente creo que tanto secretismo en lugar de convertirme en un ser casto y equilibrado, casi logra instaurar en mi vida un imperio bajo el gobierno de pensamientos genitales. Y es que desde que supe que masturbarse era gratis y que yo era pobre, pues nada, combinación perfecta para pasar las horas muertas con el amor siempre al alcance de mi mano. Y si alguien cree que por emitir más sexo, el hijo del vecino se volverá un violador empedernido, entonces tampoco creerá que es mejor que vea crímenes, muertos y masacres como las que nos tragamos cada noche, cada mediodía, cada mañana. Porque sinceramente, me cuesta pensar que es mejor ver violencia, y más violencia, que a una pareja amándose y amándose... o a un trío... o a un cuarteto, agáchate que mejor me callo porque las rimas dan grima. En fin, amarse siempre será mejor que matarse. Mejor que uno aprenda mil y una formas de hacer el amor (por no decir follar), y no mil y una forma de cargarse al vecino o al compañero de trabajo o a su cónyuge. Y es que viendo tanta violencia por la televisión, tanta violencia en la sociedad, no es de extrañar que al final acabemos todo como el coño de la Bernarda, dándonos leches y sopapos en lugar de besos y abrazos.