Aunque para Serrat volver a Aragón siempre es “un placer por lo que significa de reencuentro” con su propio pasado y sus orígenes, en este caso de ha sido “una visita absolutamente indeseada”, confesó a la prensa tras visitar la capilla ardiente de Labordeta instalada en el Palacio de la Aljafería de Zaragoza.
Serrat acompañó durante unos minutos a la viuda y a las tres hijas del poeta y político aragonés, fallecido en la madrugada del domingo en Zaragoza.
Para Serrat ayer fue un día de tremenda tristeza pero también “de memoria” en el cual dijo dar “gracias a la vida” por haberle “proporcionado la posibilidad de conocerle y de haber discurrido con él un trecho largo” de sus vidas, el cantatutor se siente muy afortunado.