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“En 3 horas me pulí 1.000 euros que jugué y 3.000 que gané”

Un ex adicto admite que hay que tener mucha voluntad para enfrentarse a la droga del siglo XXI, “pero hay salida”

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La primera vez que apostó, aún menor de edad, perdió dos euros y, todavía no lo sabía, cuatro años de su vida. Adicto al juego, A. está curado hoy, pero hasta que ingresó en Proyecto Joven en Jerez, en diciembre de 2018, se vio atrapado en un círculo vicioso marcado por el alcohol y la pérdida de miles de euros. “En tres horas, una tarde, me pulí los 1.000 que jugué y los 3.000 que gané”, relata, en unos de los peores episodios que recuerda de su paso por el infierno.

Los últimos meses antes de admitir que necesitaba ayuda profesional, tras confesarle a sus padres que se había metido en un buen lío, E. era consciente de que estaba tocando fondo. Y lo tocó. Socio de un negocio con otros dos inversores, retiró 9.000 de los 15.000 euros facturados por la organización de un evento y los dilapidó en casas de apuestas. Antes, siempre había dispuesto de dinero porque se las apañaba trabajando pero, atrapado por la ruleta, no era suficiente y aquella aciaga Navidad su vida estuvo a punto de irse al traste.

“Mis padres me apoyaron desde el primer momento”, asegura, y gracias a ellos emprendió el camino de la rehabilitación. “Al principio no fue especialmente duro porque tenía en la cabeza lo que había hecho y no pensaba en nada más que en aquello, pero el cuarto, el quinto y el sexto mes sí lo pasé mal”, reconoce.

A mitad del tratamiento en Proyecto Hombre “me di cuenta de que estaba curado”, afirma. Pero continuó asistiendo dos veces a la semana a terapia hasta enero pasado. Hoy tiene 22 años, se mantiene lejos del alcohol y está convencido de que no recaerá. “Me ha cambiado la vida”, celebra. “Fue el mejor paso que pude dar” porque, añade, “jugaba con amigos que estaban peor que yo e intentaban dejarlo un tiempo o se quitaban de en medio, uno se fue a Londres una temporada para desahibutarse, pero acababan jugando; alguno está en la actualidad igual que yo en aquellos años”. “Hay que tener mucha fuerza de voluntad para reconocer el problema, contarlo y enfrentarse a la droga del siglo XXI”, admite, pero “merece la pena, hay salida”.

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