La increíble vida de Lucio Urtubia, el albañil navarro que a finales de los años 70 puso contra las cuerdas al banco más poderoso de Estados Unidos, da el salto a la ficción audiovisual, con Juan José Ballesta como protagonista, en "Un hombre de acción", que se estrenará en Netflix el 30 de noviembre.
La figura de este histórico anarquista, fallecido en julio de 2020 a los 89 años, ya había sido objeto de un documental, "Lucio" (2007) dirigido por Aitor Arregi y José María Goenaga, varios libros y un cómic, "El tesoro de Lucio" (Mikel Santos, 2018), pero no se había hecho hasta ahora una película de ficción.
"Es una historia de David contra Goliat o cómo una pulga puede vencer a un elefante", dice su director, Javier Ruiz Caldera, conocido por títulos como "Superlópez" (2018), "Promoción fantasma" (2012) o "Spanish Movie" (2009), su debut.
"Tendemos a pensar que uno no puede hacer nada contra algo tan gigante, pero esto pasó de verdad y demuestra que a veces sí, lo impensable se puede conseguir", asegura el director, actualmente inmerso en el rodaje de una serie para otra plataforma.
Nacido en la localidad navarra de Cascante en 1931, Urtubia realizó actividades de contrabando mientras hacía el servicio militar y al ser descubierto desertó y huyó a Francia en 1954, donde empezó a trabajar como albañil -oficio que nunca abandonó- a la vez que entró en contacto con las Juventudes Libertarias.
El filme refleja la importancia que tuvo en su vida conocer al guerrillero antifranquista Quico Sabaté -interpretado por Miki Esparbé-, a quien alojó en su casa en París durante años y que lo introdujo en el mundo de los robos y atracos para conseguir fondos para la causa revolucionaria.
Con el tiempo Urtubia fue dejando los atracos para especializarse en la falsificación. En sus memorias cuenta que llegó a tener un encuentro con el Che Guevara para proponerle un plan que consistía en hundir la economía de Estados Unidos llenando el mercado de dólares falsos, pero el guerrillero argentino no le tomó en serio.
Su mayor golpe lo dio a finales de la década de los 70, cuando estafó más de 20 millones de dólares al actual Citibank mediante falsificaciones de lo que se conocían como cheques de viaje. La recaudación se destinó a financiar distintos movimientos guerrilleros en Latinoamérica y Europa.
"Él nunca fue violento", subraya Ruiz Caldera, "solía decir que el delito de robar un banco no es nada comparado con fundar uno... él lo repartía con quien lo necesitaba, en su cabeza lo hacía por un bien mayor".
Ni Urtubia ni sus familiares han estado implicados en el proyecto pero conocían de su existencia y dieron su consentimiento, según el director, que no llegó a reunirse con él, aunque sí lo hizo el guionista, Patxi Amezcua.
"El nunca dejó de dar conferencias y creo que le habría gustado saber que su vida y su obra iban a difundirse en 190 países, le habría hecho gracia", dice sobre la paradoja de que sea un gigante como Netflix quien finalmente lance su película.
Con una dedicatoria final a las "nuevas generaciones de anarquistas y libertarios", Ruiz Caldera admite que puede ser difícil encontrar a esos herederos en la actualidad.
"Es verdad que uno se puede plantear dónde están hoy los anarquistas, pero yo creo que el idealismo no se ha perdido, aunque a veces es complicado sacarlo a la luz, quiero creer que los valores de la película y lo que quería transmitir Lucio, siguen vigentes".
En ese sentido subraya el humanismo como valor fundamental de Urtubia. "Ponía a la persona por delante de todo y la libertad como elemento esencial, aunque a veces entraba en contradicción con su causa, como cuando se casó por la iglesia y se lo reprochaban y él respondía: 'un anarquista hace lo que le da la gana'".