La tregua del coronavirus en esta quinta ola trae consigo regresos. Como los del ocio nocturno de Córdoba capital. Este subsector de la hostelería ha sufrido una
larga travesía por el desierto. Muchos negocios han estado cerca de año y medio sin abrir y en consecuencia, sin poner una copa a sus clientes.
Los cuales, a partir de ahora, deberán
acatar medidas como "la entrada por grupos, la ocupación de mesas con hasta un máximo de ocho personas, distancia de seguridad, controles permanentes y uso de mascarillas", explica Rubén Rivero, gerente de Góngora Gran Café. En locales como este de Córdoba capital el aforo máximo sería de 160 personas distribuidas por grupos y manteniendo las distancias interpersonales.
Es evidente que salir de fiesta implica pasárselo bien, incluso en momentos en los que la ciudadanía ha de ser responsable y entender que ir a una discoteca en estos momentos no es igual a antes de la pandemia. Algo que incluso ha llevado a los trabajadores de la noche
a prepararse mentalmente. Juan Francisco Prieto, gerente de la sala Long Rock, comenta que está confiado en que pronto se concedan permisos para que "al menos los clientes puedan bailar aunque sea donde estén ubicados porque
el verano pasado parecía que tenían grilletes puestos, veían a alguien conocido y no se podían acercar, lo cual a veces era
caótico". De hecho, señala, "la propia clientela se aburría de venir porque no disfrutaba como antaño y los trabajadores estaban hasta nerviosos".
Un esfuerzo que está garantizado en un bando, el de los empleados de las salas. Ahora toca el de la ciudadanía, de la que los empresarios del ocio nocturno esperan una respuesta positiva de un público deseoso de disfrutar de la noche cordobesa.