Hace unos días, buscando en la Internet ideas para proponer acerca de la mejora de infraestructuras de nuestra capital, e intentando replicar iniciativas que en otras ciudades vecinas han tenido éxito, me encontré con un término que desconocía: “Elefantes blancos”, aplicado al desarrollo y a proyectos institucionales insostenibles.
Dicen que en la antigua Tailandia, los elefantes blancos estaban considerados como animales sagrados, y el hecho de poseerlos, hacía saber de la importancia y el poder de su dueño. Los reyes de Siam acostumbraban a regalar a otros reyes estos elefantes, para hacerle entender su prestigio y reconocimiento.
Estos animales requerían de la inversión de mucho dinero en sus cuidados y en su alimentación, y al estar considerados como animales sagrados, no podían obtenerse ningún beneficio económico ni de cualquier índole.
En muchas ocasiones, llevaban a sus dueños a la ruina, y lo que era un símbolo de prestigio, se convertía en la mayor de las desgracias. Ese era el motivo por el que los elefantes blancos también se regalaban con intenciones perversas.
Me pregunté, ¿cuáles serían nuestros elefantes blancos?, y como es natural mi mente reaccionó como un resorte y visibilizó esos 4,7 km. de línea de tranvía y sus 10 estaciones que siguen sin estar en activo después de más de 7 años de estar finalizados.
Tirando un poco de melancolía os digo que no fui tan afortunado como aquellos que pudieron subirse a él en el breve periodo que estuvo funcionando en fase de pruebas, pero recuerdo la sensación de orgullo que tuve cuando lo vi esos días en marcha.
Desconozco si fue un proyecto auto regalado, o impuesto. Si aparte de su nula rentabilidad como fin económico debe responder también a la oportunidad de descongestionar el centro de la ciudad y mejorar la calidad medioambiental de la capital.
Estos fines de semana de diciembre, con esa afluencia masiva de gente con motivo de la Navidad, están demostrando que la peatonalización del centro es una medida posiblemente acertada, pero que deja al descubierto la falta de infraestructura, como los aparcamientos y el transporte público, necesarias en paralelo a ese proyecto.
Creo que la ciudad se merece que acaben esos desacuerdos entre el Ayuntamiento de Jaén y la Junta de Andalucía… ¡vaya!, ¡que curioso!, ¡parece que el resultado de las últimas elecciones autonómicas puede alisar ese camino de desencuentros, desinterés y sinsentidos!
Muy estimado Javier, ajuste el punto de mira de su carabina, cambie de objetivo, y apunte a la solución de nuestro elefante blanco. Esta vez lo tiene a tiro.
