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De ciudad.es

Desde la escalera

Con un movimiento suave y ritmado, la escalera nos permite manejar la gravedad sobre nosotros

Publicado: 11/09/2018 ·
10:38
· Actualizado: 11/09/2018 · 10:43
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  • En la escalera. -
Autor

Ángel Pérez Mora

Escuela de Arquitectura de Málaga. Autor del proyecto de Rehabilitación del Palacio de la Aduana y Plan Especial de Baños del Carmen

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Desde rincones urbanos fueron inventados la fotografía o el teléfono. Hallazgos impresionantes en su día, hoy pasan ante nosotros, desapercibidos. Llegaron desde el anonimato y carecen de monumentos en nuestras calles. Uno de ellos fue la rueda, otro fue y es todavía un "hada madrina" para nuestras ciudades: la escalera.

Ensimismados en nuestra pantalla táctil, no reparamos en una escalera, hasta que nos topamos con ella. Usarla requiere toda nuestra atención como conducir un coche. La escalera es una máquina, a la que nosotros ponemos el motor. Hace posible la cohabitación entre calles y edificios. El arquitecto Oscar Tusquets señala como uno de los mejores inventos el plano horizontal, pues gracias a él, el hombre liberó su atención del acto de andar y pudo pensar. Al plano horizontal le siguió la escalera, el invento que nos permite cambiar de un plano a otro.

Con un movimiento suave y ritmado, la escalera nos permite manejar la gravedad sobre nosotros. Nos expulsa de la planeidad de nuestra existencia y nos regala relieve y realce. Esto lo aprendieron enseguida los amigos de la ceremonia y el boato. Separando a pueblo y creyentes de sus reyes y dioses, a veces con tres simples escalones. La tierra se pobló de muy distintos pueblos; pero todos, cada uno a su manera, construyeron escaleras.

Cuando quiero recordar la magia de otras ciudades, vienen a mi cabeza una sucesión interminable de líneas curvas y rectas que conducen mis pies al Sacré Coeur de Montmartre si pienso en Paris. Cuando pienso en Roma se me apelotonan más y más imágenes de escaleras: la rimbombante escala del Campidoglio, la descomunal del Vaticano y el enrevesado ascenso-descenso entre flores de la Piazza de Spagna a la Trinitá dei Monti. Creo que puedo resumir mis recuerdos de la Italia urbana como una suma de escenas dónde personas animadas, conviven y conversan de pie y sentadas, en grupos variopintos, sobre escalones.

La amenidad de las ciudades mediterráneas, cultivada sobre mil escaleras improvisadas corre peligro de muerte, por culpa de rígidos intérpretes de las leyes. Nunca más podrá construirse un atrio como el que antecede al hiperespacio de la Catedral. Sus dimensiones de escalón, tabica y huella, están "fuera de madre" según la normativa vigente del correcto edificar. En estricta aplicación de la actual ley de accesibilidad en cualquier momento pueden quedar proscritos los castillos y prohibidos sus aledaños para la visita. En Málaga, recientemente, hemos asistido a un despropósito semejante. Y eso que si un castillo ha llegado "entero" hasta nosotros ha sido precisamente por ser inexpugnable en su emplazamiento, o sea inaccesible.

Cuando pasen por el palacio de la Aduana, no dejen de subir y bajar por su escalera imperial. Al paso de nuestro legislar, cualquier día puede quedar clausurada, por su descomunal tabica. Nunca más podrá concebirse otra Tribuna de los pobres. En el futuro no podrá nacer otro Hitckcock, pues no encontrará una casa donde la protagonista de Rebeca pueda quedar, a final de plano, en lo alto de una pila de escalones sin descansillo intermedio.

Vayan despidiéndose de esas escaleras con "ojo central" que permiten saludar y de paso espiar a los vecinos. Enterrado queda el neorrealismo del cine italiano, las ordenanzas de incendios no permiten que se construya ni una escalera más donde poder mirarse entre pisos.

Nuestra vida de hoy la hacemos sobre la ciudad del pasado. Nuestra cultura respira en nuestros espacios cotidianos. Estos han sido concebidos entre barandas y labrados entre rellanos y ojos de patio. Más cultura exige mejor arquitectura y ésta reclama que se revise una legislación miope, que obliga a las escaleras a meterse en cajones y mata la posibilidad de que en el futuro surjan espacios versátiles y amistosos desde el concienzudo y libre diseño de cuestas y rampas, de gradas y plintos, de escalas, escaleras, escalinatas….

 

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