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Polis malacitana

Parece ahora que la ciudad ya no es para aquellos que la alimentaron trayendo mano de obra barata del campo a la ciudad

Publicado: 26/12/2018 ·
14:46
· Actualizado: 26/12/2018 · 14:50
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Autor

Ángel Pérez Mora

Escuela de Arquitectura de Málaga. Autor del proyecto de Rehabilitación del Palacio de la Aduana y Plan Especial de Baños del Carmen

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Puerto de los alazores, carretera sinuosa, estrecha. Sin líneas por las que guiarse, para trazar bien las curvas, hay que empapar la mirada en la geografía hasta sentir la tierra y así mover el volante y navegar, entre olas de piedra y hierba, a sentimiento.  A media hora de la oficina, ya fuera de la autovía, noto como se acerca la tierra, desde ambos lados del coche, a saludarme. Sin arcenes, arbustos y ramas de pequeños arboles se meten por las ventanillas abiertas y casi puedo tocarlos.

De semana en semana, viajo de la ciudad al campo. Por carreteras secundarias, el asfalto,  pone a la distancia adecuada imposibles y rutinas y actúa como un bálsamo.Año tras año, con frecuencia, un día de trabajo,salgo de la ciudad y entro en la tierra de Málaga, a través de sus pueblos: un día,de Ardales al Burgo y a Serrato, otro,de Cuevas a Cortes, hoy de Villanueva del Trabuco a Alfarnate.

Recuerdo que una vez, en Atenas, no pude evitar coger un coche y un mapa y lanzarme al Peloponeso, para visitar Corinto, Olimpo, Esparta,....Ir de una a otra, fuecomo saltar de un mundo a otro, espalda contra espalda. “De espaldas”pone la penibética a Málaga respecto al resto de España. Quizá eso hizo que sus valles se fundieran con la ciudad y con su puerto.

Sigo carreteras comarcales que atan pueblos a ciudades. Y vienen a mi cabeza lo que decían los libros de las polis griegas, que las ciudades aquellas eran“una con su territorio”: que la ciudad crecía en tamaño y población, según producía grano y alimento, su propio valle. Ciudad y valle eran una unidad geográfica y biológica.

Después de recorrer caminos de Antequera, de Ronda o del Guadalhorce, de vuelta a Málaga, veo como sus pueblos nutren a esta ciudad de gente lugareña que siente su tierra cerca y la quiere.Quizá por eso, siempre que pueden,trazan lazos entre su barriadanocturnay la casa de sus padres, entre las calles de la ciudad y sus sierras, a través precisamente de esas carreteras.

Parece ahora que la ciudad ya no es para aquellos que la alimentaron trayendo mano de obra barata del campo a la ciudad, ni para aquellos que la exportaron, llevando profesores y médicos a peregrinar de pueblo en pueblo. Ahora que la ciudad, sumida en un éxito de masas sinsentido, empieza a perderse a sí misma, entre eventos y eventuales, es hora de reencontrarla.

¿Cómo? Revisitando los cielos que alimentaron su luz, desde cada una de las cumbres de sus montañas, desde cada uno de sus pasos: de los pescadores, de las abejas, del boquete, del león, de piedras blancas,...que se asoman como miradores al mar... Revisitando su tierra,desde cada uno de los nudos de su geografía, desde cada curva de sus carreteras comarcales,para devolver a la ciudad-tierra de Málaga, desde nuestras retinas... su propio paisaje.

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