El francés Alexandre Geniez (La Francaise des Jeux) se acordará "toda la vida" de su victoria en la etapa reina de la Vuelta 2013, que tuvo la meta en el Alto de Peyragudes (Francia), donde alzó los brazos sumándose en su propio país al homenaje que la carrera española brindó en esta edición al Tour por su centenario.
"Me acordaré toda la vida de esta victoria". Un francés de La Francaise ganó en Francia. Todo muy francés. Geniez, gregario de Pinot en su equipo, lo hizo posible por valiente dentro y fuera de la carretera.
El ciclista galo, de 25 años, llegó solo a meta con más de 3 minutos de adelanto sobre Scarponi, Roche y el grupo de favoritos, en el que todo fue una balsa de aceite. Nada de batallas en la alta montaña.
Nibali cerró otra página ante la resignación de sus rivales. Valverde, que dice conformarse con el podio, y Purito Rodríguez le reconocen superior. Entre medias, aguanta Horner en el segundo escalón.
La épica en tan larga jornada y con menú tan atractivo la aportó Geniez, un subalterno que tuvo una corazonada muy certera. Su jefe de filas, Thibaut Pinot, es séptimo en la general, pero quería ser profeta en su tierra. Motivado por una etapa Tour, decidió echarle cara al asunto.
Por la mañana le rogó a su director que le dejara meterse en la escapada. Por la tarde, después de más de 6 horas encima de la bicicleta, le devolvió la confianza con monedas de oro. Fue el más fuerte en la etapa reina que unió Andorra y Peyragudes, un viaje pirenaico interminable de 225 kilómetros con 4 puertos de verdad.
En la carretera, Geniez hizo posible el "sueño" con un gran trabajo de principio a fin. Licencia en mano se metió en una multitudinaria fuga de 28 corredores, que se fue seleccionando a medida que pasaban los puertos. En el Cantó se formó la escapada, en la Bonaigua hubo un filtro y en el Balés, ya en Francia, se marchó en el descenso.
Un puerto donde se produjo "el caso de la cadena" en el Tour 2010. A Andy Schleck se le fue el engranaje y Contador aprovechó para atacar. Menuda la que se lió por no esperar al chico luxemburgués. Pero el tiempo olvida. Por aquellos parajes se gestó la hazaña de Geniez.
Con 25 kilómetros a meta, se jugó el chasis en la bajada. Mereció la pena, pues afrontó el ascenso al Peyresourde, antesala del Peyragudes, con casi cuatro minutos sobre los jerarcas de la carrera. Y algo menos sobre los antiguos compañeros de la escapada. Suficiente. Ajeno a lo que pasaba por detrás, donde no pasaba nada, celebró en condiciones su primera gran victoria.
Si no pasaba nada por detrás fue porque el conformismo es proporcional a las fuerzas que les quedan a los favoritos. Hubo intentos, pero tímidos. Dani Moreno trató de tenderle un puente a Purito a 10 de meta y Valverde aceleró tímidamente, pero el resultado fue idéntico. Nibali enseñó los galones y mandó parar.
Jornada reina, grandes puertos fue igual que cero diferencias. El "Tiburón de Mesina" no machaca a nadie pero nadie lo maltrata. Los demás aceptan su inferioridad respecto al siciliano. "Estoy contento con el podio, pero aún queda carrera, admite Valverde, que no pudo reeditar su triunfo en Peyragudes en el Tour 2012.
Mientras, Purito Rodríguez, que tuvo "unos segundos de gloria", se esfuerza, pero le falta la dinamita de antaño, la que lució en los muros en 2012. "Esto es lo que hay. A Nibali no le veo sufrir, anda fácil. A mi me falta", dijo.
No hubo tormenta en la segunda etapa pirenaica. Ni en el cielo ni en el asfalto, pero aún así las retiradas volvieron a ser numerosas. Esta vez se fueron a casa "solo" 9 corredores, lejos de los 14 de la víspera. Los campeones del Mundo Philippe Gilbert y Toni Martin salieron de los Pirineos pensando en revalidar sus títulos respectivos en ruta y contrarreloj. Cada uno con su tema.
La Vuelta vuelve a España. La decimosexta etapa unirá Graus y Formigal en un trayecto corto, de 146 kilómetros, con llegada en alto tras un ascenso de 15 kms al 4 por ciento.
