La pereza es la puerta que cierra la entrada a todo tipo de labor. La ineficacia siempre busca el velo de la justificación para cubrir sus "agujeros negros". La prevención es un camino de perfección, que precisa el "especial calzado" del conocimiento, estudio y experiencia, para poder callejear por él. La tentación es la fragua que enrojece al acero. El pecado lo moldea y al darle forma de grillete queda introducido en el orbe del delito. La "biblia judicial", el Código Penal, le llevará a convivir con otros aceros longitudinales y transversales, reja donde la libertad queda secuestrada. El tiempo de condena hace al reo hermanarse con estos aceros.
Las democracias modernas, sinceras y sin partidismos radicales (que son las menos) como fiel de balanza muy precisa, intentan mantener un equilibrio estable para que sus platillos no se inclinen ni al lado de la tiranía, ni al de la complacencia indiscriminada.
Los puntos de apoyo principales de la justicia: jueces, fiscales, jurados y abogados defensores o acusadores, salvo escasas excepciones, nunca estuvieron presentes en el lugar de los hechos. Solo lo hicieron acusados y testigos. Los cómplices no tienen por qué ser testigos presenciales. Jurados y jueces deliberarán según lo expuesto, por todos estos intervinientes, antes de decidir un veredicto. De ahí la importancia de los letrados. Y también la sagacidad de los magistrados para saber discernir entre verdad y engaño, falsedad y rigor. Saben que los juramentos no anulan la mentira. Que claramente lo afirmaba una soleá flamenca: . A un toro en plaza no le temo tanto/como le temo a una mala lengua/o a un testigo falso.
Se piensa - sin que llegue a hacerse realidad - que para acceder a los cargos de poder, desde el más ínfimo, al de mayor importancia, no solo es preciso un
curriculum que permite engrosamiento como frecuentemente vemos, sino un conocimiento y experiencia profesional cierta de que existe capacitación para ello. Sería justo, ideal, rentable y económico, ya que entre otras cosas, se evitarían tantos consejeros - carentes de sombras y desobediencias - de nóminas elevadas. O se elegiría al consejero evitando al profano.
Los ciudadanos están muy apegados a la pantalla televisa. Son once meses al año "de roce" y la cultura popular dice que el roce hace el cariño. Por eso, es difícil separarse de ella en estos días de ocio y asueto. Pero la tranquilidad se resquebraja. A las tres de la tarde, hora de paladear un buen vino, ante una buena mesa, el cúmulo de noticias diarias produce estupor. Incendios por doquier de causas la mayor parte de las veces, no totalmente aclaradas. Violencia de todo tipo. Reyertas con armas de por medio. Robos, ocupaciones de viviendas, abusos, fraudes, homicidios, asesinatos y como colofón un conflicto armado, una guerra en Europa, que incomprensiblemente se va a hacer crónica sin que haya personas capaces - que si tienen la posibilidad de hacerlo - de terminar con esta pérdida diaria y continuada de vidas inocentes. Las dudas se imponen y se piensa en intereses espurios. Algunos medios de comunicación han abierto un espacio de escasa duración, con el título de la "la noticia buena del día". Es de agradecer y respiramos profundamente en medio de una situación de apnea de espanto.
En medio de toda esta vorágine informativa, salta, como delfín en aguas del estrecho, la noticia de una sentencia del Tribunal Supremo de Justicia en la que se condenan a personas que ocuparon los más altos cargos de la Nación y Comunidad autónoma a inhabilitación y pérdida de libertad. Parece cierto que no se han lucrado, no se han llevado nada para ellos, pero la malversación de caudales públicos y la concesión de ayudas ilegales en el conocido caso del "fraude de los ERE" son tan claras como las aguas de las playas mallorquinas. Ahora volvemos al inicio del escrito. Hubo pereza, falta de diligencia, ineficacia, ausencia de prevención, influencias o tentaciones del entorno. Lo cierto es que se llegó no solo al pecado, sino que al ser este reconocido, ya es delito y tras ello los tribunales de justicia. Y el más alto de estos tribunales, ha emitido de modo irrevocable la sentencia. La Justicia ha honrado a la democracia.
Creo en realidad que "las cosas" han ocurrido así y posiblemente sin ánimo de delinquir, pero con profunda inepcia. Por ello se está pidiendo por personas muy autorizadas una medida especial de gracia, a quien puede concederla, que perdone el cumplimiento de la pena. Pero es preciso conocer que el indulto no es una amnistía que lleva consigo el perdón del delito, sino que tras el indulto - una vez concedido - la persona que ha cometido los hechos, sigue siendo culpable. Por eso es tan importante - más que el curriculum - la actitud para el cargo y por esto mismo es trascendental que el ciudadano sepa elegir y que el conjunto de la población española, incluidos todos los altos mandos y los diferentes grupos, tengan el debido respeto a la justicia y a la obediencia a las leyes. Es de esta forma como demuestra su soberanía, recogida en la constitución, el pueblo. Y no serían necesarios ni amnistía, ni indultos.