Al Ingenioso Hidalgo, no sólo se le permiten sus ideas alucinantes, sino que además éstas se constituyen en verdadero cimiento de una escuela filosófica mundana, que mezcla lo imaginario y lo real con una crudeza y veracidad, con un cinismo sardónico, que hacen de la Ínsula Barataria un lugar ejemplar que habría que exigirles a los políticos lo pisaran - leyeran - antes de presentarse a cualquier candidatura.
Pero no me quiero referir al título nobiliario de hidalgo (hijo de algo) bajo estrato de la nobleza con pocos medios elementales, pero con los privilegios - jurídicos y fiscales - de la aristocracia.
La Hidalgo a que me refiero no tiene nada que ver con la nobleza y vio la luz por primera vez en el ángulo que esquina la calle Dolores con la de San Marcos. Nació en la “salada ínsula cañaílla”.
En un mundo que impresiona como carente de significado intrínseco, el deseo de propiedad, el apropiarse de algo, es muy consustancial con el carácter humano y hasta las religiones que más hablan del desapego material, no consiguen separarse de esta tendencia. Estamos muy inclinados en hacer nuestro, aquello que estuvo entre nosotros, pero que su verdadera forja y estructura, se ha dado en lugares muy alejados y extraños a nuestro suelo.
El Caballero de la mano en el pecho. El entierro del Conde Orgaz. La dama del armiño, son obras maestras de un pintor toledano y español. El Greco no es español, nos dirán. Si es verdad; Creta le dio la vida, pero como nos enseñaron desde la escuela, los pinceles, su posibilidad de ser el maestro que fue, se los dio Toledo. No es una posesión, es un derecho natural y de adopción, superior al origen geográfico. Posesión sería que la Isla de Creta que lo vio nacer, dijera que es un pintor griego.
Hasta los catalanes tienen argumentos históricos para considerar que Cristóbal Colón vio por primera vez la luz en su territorio. Sea catalán, genovés, mallorquín o quieén sabe si algún día decimos que nació en el “molino de mareas” del Zaporito, lo cierto es que el descubrimiento de América es español, porque España fue la única que creyó en su proyecto y facilitó todas las condiciones precisas para llevarlo a cabo.
Severo Ochoa fue premio Nobel de la Medicina americana, por muy asturiano que fuera su lugar de nacimiento.
Anne Hidalgo, es una mujer francesa. Francia le ha dado la posibilidad de crecimiento, estudio, carrera, poder intervenir mediante candidaturas en la vida política y de gobierno de su país, ser alcaldesa de la Ciudad de la Luz y ahora se proyecta como posible presidenta del país vecino. Ver la luz por primera vez ocurrió en la Isla y además ella, como buena política, cuando se asoma a nuestro pueblo, siempre habla de sus barrios, de la playa de la Casería, etc. pero hay que recordar que se fue con dos años y por lo tanto los conocimientos son de oídas. El Municipio habla de ella de forma posesiva y se desvive en halagos cuando pisa nuestro territorio. Puede ser lógico, aunque sus capacidades y beneficios, sean para los franceses.
El crecimiento y bienestar de una ciudad, el reconocimiento de su valía, se debe a las personas que en ella habitan y son éstas las que deben recibir la gratitud de toda una vida dedicada al engrandecimiento, mediante su profesión y estilo de vida, de la misma.
El Toreo, nos guste o no nos guste, es arte y cultura y así está reconocido legalmente. El respeto a sus profesionales sobrepasa nuestras fronteras. Su tradición es abrumadora. La unión con otras artes, música, voz y pintura es una mezcla sublime. Ortega es un apellido torero. José Gómez Ortega, fue Joselito El gallo uno de los dos pilares de la tauromaquia más excelsa. La Isla tuvo un ORTEGA, Rafael, nacido hace ahora cien años. Él y su familia siempre en la Isla. Sus grandes triunfos no le apartaban de ella y tras cortarle un rabo a un miura en la Maestranza de Sevilla, al otro día estaba en el reñidero de las Siete Revueltas con sus amigos isleños y su otra afición, los gallos de pelea, ahora tan denostada. La pureza del toreo alcanzó con él un grado inconmensurable. El “cargar la suerte"”, el “tirar la pata palante”, en verónicas y naturales nadie como él lo ha hecho y con la tizona era sublime, por eso alcanzó el mayor de los títulos de nobleza, el ser Rey de Espadas.
Es incomprensible que un municipio que quiere alcanzar los cien mil habitantes y tener calidad y rango de gran ciudad, ignore, por una política de bajos gestos, una efemeride de tan alto prestigio, como el centenario del nacimiento de uno de sus hijos más ilustre. Y tenemos algún otro.