Hoy es 31 de octubre, lo cual significa que esta noche nuestras calles se llenarán de monstruos aterradores y siniestros, lanzando oscuras amenazas. Sí, esta noche empieza la campaña, y de nuevo los políticos recorrerán las calles en busca de pobres infelices. “Votadme, o moriréis toooodos. Espaaaaaña.” Algo espeluznante, que puede provocar experiencias muy traumáticas. Yo les recomiendo no salir de casa si no es necesario, hacer acopio de bebida y alimentos, sobre todo de bebida, y no encender demasiado la tele, ni la radio, ni nada.
Pero, con todo ese tiempo que les va a sobrar, también les recomiendo que hagan alguna reflexión. ¿Por qué esta campaña nos resulta ya tan insoportable? La razón quizá esté en la frase más repetida en los comentarios políticos de estas últimas semanas, o incluso meses: los políticos no están hablando de nuestros problemas en absoluto. Esto es un hecho ya completamente manifiesto, y corroborado además el martes por el CIS, que nos mostró que, una vez más, los problemas que más nos preocupan a los españoles no ocupan prácticamente ningún espacio en la campaña. Y no solo eso, nos mostró que además la política y los políticos son señalados precisamente como uno de los problemas principales del país.
Pero, por más que esto sea ya un hecho aceptado, no deja de ser muy paradójico. No solo no se ocupan de nuestros problemas, sino que además ellos son uno de esos problemas ¿Y cómo es posible que, a pesar de ello, esto siga funcionando? Es decir, ¿por qué les seguimos votando? Pues quizá el secreto de este oscuro hechizo esté en compensar toda esa falta de conexión con la ciudadanía generando una intensa sensación de pánico y terror. A falta de empatía, miedo. Salir a la calle en noches como hoy a acojonarnos con sus negros augurios: se rompe España, vienen los comunistas, los fachas, se profanan tumbas, ¡moriremos todos! Pero tranquilos, no pasa nada. Son solo disfraces, es todo de pega. Como decía Borges, es tan solo esa superstición tan difundida que llamamos democracia.
