La pandemia del coronavirus nos obliga a tomar unas precauciones y a cambiar hábitos hasta entonces poco habituales en nuestra rutina diaria. Ante éste, también, nos está despejando cuales son las medidas que se vienen adoptando y cuales son los responsables o irresponsables que les toca tomar la iniciativa.
El Gobierno central se está llevando de manera merecida su inacción y despropósitos continuados en acoger una crisis con el pie cambiado. Tarde y mal ni ha medido correctamente sus consecuencias, politizando hasta el último minuto su cuota negligente ante el distorsionado y vilipendiado 8-M. Una manifestación que solo el tiempo y la perspectiva de éste, valorará en su justa medida su celebración en Madrid, la capital también del coronavirus.
Su expansión en su víspera, durante y en los movimientos incontrolados al resto del país, hicieron el resto. En cambio, en Andalucía marcan el paso sin esperar la pausada y superada respuesta nacional ante un Gobierno, el central, desbordado, infectado y superado. Ni que decir tiene que en El Puerto, su Ayuntamiento, está también a la altura de las circunstancias ante un compromiso como el que lidera su alcalde.
Germán Beardo ha sabido remangarse y posicionarse ante esta crisis que nos ahoga. Ha paliado valientemente con los sectores en riesgo como los sin techo, los comerciales y proveedores a los que insuflará un soplo para la maltrecha economía y evitará que la burocracia recorte los tiempos en los pagos necesarios y urgentes.
Controlar la ciudad ante la llegada de inconscientes y descerebrados en la búsqueda de su segunda residencia. Beardo ha sabido adelantarse y ponerse el primero. Así sí, y siempre.
