Ora pro nobis

Publicado: 04/12/2023
Autor

Francisco Palacios

Palacios es matemático y programador. Publicó su único libro hace ya unos años y sigue siendo el autor más leído de su calle

El pobrecito hablador

Escribo sobre lo que me gusta, pero sobre todo sobre lo que me disgusta, como un grito desesperado para no ganarme una úlcera

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no paran de llegar las quejas de aquellos que se dan golpes de pecho, se rasgan las vestiduras y piden la intervención divina para echar a Pedro Sánchez
No soy persona de rezar, o al menos de rezar a la manera usual. Prefiero hablar a mi manera, contar mis cosas y pedir por los míos sin seguir un formato prefijado y cerrado. Desde luego, nadie me ha prohibido hacerlo, ni acercarme a una iglesia, ni las fuerzas del orden me han pedido la documentación.

Pero esto debe ser aquí solamente, porque desde Madrid no paran de llegar las quejas de aquellos que se dan golpes de pecho, se rasgan las vestiduras y piden la intervención divina para echar a Pedro Sánchez del gobierno. Se apela a la Virgen y a que esta es su tierra, para que interceda por nosotros y se aparezca en la Moncloa, señalándole la puerta al presidente electo. De momento, no se tienen noticias al respecto.

Que están en su derecho de rezar el rosario cada día en las calle aledañas a Ferraz, sin duda. Que pueden arrodillarse y pedir con fervor que bajen unos cuantos arcángeles con sus espadas flamígeras para que el gobierno de España quede en las manos de Cristo Rey, pues también. De la misma manera que nos puede parecer ridículo, bochornoso y productor de vergüenza ajena de forma masiva. De idéntica forma que a los vecinos les están tocando ya un poquito la bolsa escrótica con tanto rezo a golpe de megáfono.

A mi parecer, no se debería meter a Dios en política, porque nunca ha sido una buena idea y no ha salido del todo bien. Ahí tenemos a los estado islámicos, regidos por una visión extrema de sus escrituras sagradas, o el pasado inquisidor de nuestra propia historia. La fe nunca puede ponerse por encima de la razón, de las leyes o de la justicia, igual que un libro sagrado no puede convertirse en la base jurídica para un atropello inhumano.

Pero, ya puestos, si hay que meter a Dios en estos berenjenales terrenales, creo que habría que hacerlo para temas menos mundanos y más humanos. Como puede ser interceder por la gente que no tiene para comer, por todos los que cruzan desiertos y mares lleguen a buen puerto y tengan la acogida que se merecen, por las mujeres maltratadas por aquellos que dicen ser sus amantes maridos, por los enfermos que deben esperar más de un año para ser asistidos por un especialista.

Creo que estos asuntos serían más del agrado de Dios. Porque si no, a este paso, nos va a pedir la independencia, y no va a haber nadie que nos anmistíe.

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