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Publicado: 06/04/2021
Autor

Francisco Palacios

Palacios es matemático y programador. Publicó su único libro hace ya unos años y sigue siendo el autor más leído de su calle

El pobrecito hablador

Escribo sobre lo que me gusta, pero sobre todo sobre lo que me disgusta, como un grito desesperado para no ganarme una úlcera

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Cómo se puede besar una cruz y matar a alguien por el simple hecho de ser mujer, madre, novia, compañera
Ya ha quedado atrás otra Semana Santa, una festividad que cada cual celebra a su manera y vive a su modo, incluso los que rehuyen y reniegan de ella. Una semana de recuerdos, de momentos, de sensaciones. A mí me hace pensar en la contradicción del ser humano, en esa facultad que tenemos para retorcer una idea o una forma de pensamiento hasta que se adapta a nuestra conveniencia como un guante. Y la figura de Cristo es, sin duda, la más usada.

Pienso en todos aquellos que malmiran una patera cargada de supervivientes y no recuerdan que aquel al que veneran con sonoros golpes de pecho nació en el seno de una familia de refugiados. Probablemente, hoy sería llamado ilegal, como si una frontera, artificial como todas las barreras, pudiera definir lo que es legal y lo que no lo es, simplemente por su lugar de nacimiento, su color o el tamaño de su cartera.

Intento comprender como alguien que se dice cristiano puede criminalizar a niños recogidos en centros de acogida, colgándoles a todos la misma etiqueta de delincuentes, sin pararse a pensar en que no son más que niños que dejaron a sus padres atrás para tener una vida normal, sin juegos entre bombardeos y sirenas de alarma.

No alcanzo a asimilar cómo se puede creer en una figura que llevaba el Amor por bandera y luego dar una paliza a una pareja de jóvenes que se besan en la calle por el simple hecho de tener ambos el mismo sexo. Cómo se puede besar una cruz y matar a alguien por el simple hecho de ser mujer, madre, novia, compañera.

No llego a entender a una curia que oculta el peor de los pecados, que blanquea a quienes mancillan la inocencia de la infancia, que olvida cual es su papel para meterse en el juego político, priorizando cadenas de radio y periódicos ante la caridad, mezclando lo que es del César y lo que es de Dios.

No me cabe la menor de las dudas. Volvería a ser vilipendiado, martirizado, torturado, crucificado y expuesto en la vía pública. Barrabás sería héroe nacional, primera plana en periódicos y televisiones, se haría youtuber y viviría en Andorra.

Pasado algún tiempo, alguien escribiría sobre su vida, sus enseñanzas, y nos recordaría que murió por salvar la hostelería.

 

 

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