El tiempo en: Málaga

El Puerto

El Racing Club Portuense celebra a lo grande sus 90 años de historia

El acto sirvió para dar el pistoletazo de salida a un año que aglutinará diferentes actos conmemorativos

Publicidad Ai Publicidad Ai
Publicidad Ai Publicidad Ai Publicidad Ai Publicidad AiPublicidad AiPublicidad AiPublicidad AiPublicidad AiPublicidad Ai
Publicidad Ai
Cargando el reproductor....

El Racing celebró su día histórico en la conmemoración de sus 90 años de historia en un acto que acogió las bodegas de Mora de Osborne, que sirvió de escenario perfecto para dar el pistoletazo de salida para un año en el que se acogerá diferentes actos en sus nueve décadas de existencia. 

Con una aforo que se quedó pequeño, racinguistas históricos y ex jugadores de décadas pasadas mostraron orgullosos y emocionados un acto que valió como homenaje a una entidad que

La presentación corrió a cargo de Luis Miguel Morales.

Texto íntegro:

"10 de febrero de 2018. Día grande e histórico para todos los que amamos al Racing Club Portuense. Un día que va a quedar marcado por siempre en los anales de la gloriosa e inmortal  entidad racinguista. Día grande e irrepetible. Otro más que recordar.

Lejos queda ese 1928. Año de su fundación. El Racing nació bendecido desde sus primeros días de vida. Y lo entenderán rápidamente. Lo hizo en un bar. En bar un llamado 'La Sacristía', estaba situado en la esquina de la calle Vicario con la actual plaza de Juan Gavala, cerquita de la Prioral. Así se parió al Racing, sin dolor, sin anestesia, con toda la pasión del mundo y con todo el arte. En el centro de El Puerto y cerca de un mostrador.

Su embrión surgió en un grupo de jóvenes portuenses que hasta entonces formaban el equipo de fútbol llamado 'Chiculero', que con la voluntad de los pioneros del fútbol quiso dar el salto a un club consolidado, organizándose y plantando cara a otros rivales de la ciudad.

Chiculero. Recuérdenlo. A éste también se le unió otro equipo de la época, el Competidor. De esa fusión nació el Racing. Siempre cercano, siempre portuense y siempre con el firme propósito de estar al frente de personas incondicionales y con el amor a unos colores y a un escudo. Una fidelidad a prueba de bombas.

En 1928 se creó la primera Liga española. La actual. Ahí estaba ya el Racing, disputando sus primeros partidos, no oficiales, pero sí ya jugando de manera continuada. Desde el principio. La fidelidad del racinguista le viene ya desde sus inicios, como no podía ser de otra forma.

Como todo tiene un porqué y todo encuentra una razón de ser, sus primeros partidos no los disputó lejos de aquí de esta preciosa e inigualable bodega de Osborne. En la plaza del Polvorista se jugaron los primeros partidos en un campo improvisado. Un deporte que estaba llamado a revolucionar la cotidianidad y la tranquilidad de una ciudad que buscaba salir de la monotonía y de los sobresaltos políticos que se daban en aquella época.

El primer presidente fue Genaro González Noval, y como terreno de juego utilizaban la explanada de la Plaza del Polvorista donde instalaban las porterías antes de cada encuentro. Porterías de quita y pon. De lunes a sábado una plaza y el domingo un campo de fútbol.

No costó demasiado aunar en el Polvorista a deseosos de disfrutar de un deporte floreciente como el balompié y de aficionados que se agolpaban a las bandas para ver in situ cómo en torno a un balón recosido, 22 hombres corrían y corrían ataviados con camisas rojas y blancas.

El primer partido que disputaron se celebró el 4 de marzo de 1928 ante el Español de Jerez. Agustín se convirtió en el primer goleador de la historia del Racing según cuenta las crónicas del momento.

La equipación con la que se estrenaron era toda de color negro -camisola y calzonas-, con unas franjas rojas en los puños y rayado en forma de punta en el cuello. Este ropaje fue costeado por don Elías Ahuja y Andrias, gran impulsor con su ayuda económica a la fundación del equipo.

En aquellas fechas no existían categorías propias como en la actualidad y los partidos de fútbol tenían carácter amistoso, siendo los desplazamientos la mayoría de las veces muy cortos, casi todos dentro de la provincia gaditana. Sus ingresos, hasta que se constituyó de una forma oficial en equipo de categoría regional fueron por cuotas de socios y donativos de aficionados y empresas de la ciudad.

Con el tiempo decidieron cambiar el color de la equipación pasándose al otro extremo de la gama, el blanco absoluto fue durante un largo periodo de tiempo la equipación del equipo. Ya van entendiendo al Racing y sus cambios radicales.

El Racing por estas fechas compartió cartel con otros equipos portuenses como El Balompié y La Agrupación, alcanzando en la temporada 1932/33 la categoría oficial del momento, estrenando la presidencia Bartolomé Sánchez Vela y pasando a llamarse definitivamente Racing Club Portuense.

Era una época convulsa socialmente y el carácter intervencionista del antiguo Régimen propició que durante un breve espacio de tiempo -en la década de los 60-, del siglo pasado, se llamara Recreativo Club Portuense, ¿les suena verdad? Eso duró poco espacio de tiempo.

En el Polvorista se vieron y se cantaron los primeros goles racinguistas. Quién se iba a atrever en aquel entonces a descubrir lo que 90 años después resultaría y a dar de sí aquellos partidos sobre tierra que con más penurias que pudientes escribiría las páginas más importantes del deporte de la ciudad y las experiencias únicas de hombres hechos y derechos.

De cómo sin quererlo saldría una hermosa historia de amor que a día de hoy continúa de padres a hijos y de generación en generación y continúa ese legado que nació hace ya nueve décadas. El Racing es algo más, es un miembro más de la familia. Uno de los nuestros, otro más de nosotros. Por el Racing uno hace lo que a buen seguro por otro no llegaría a hacer nunca. Se lo aseguro.

El germen de algo grande se empezaba a cocer en los primeros partidos, que el compromiso de unos pocos daría con el paso de los años con un proyecto que se iría asentando y dando lugar a una entidad que nos ha estado acompañando desde que tenemos conciencia y memoria. Que unos fieles y devotos a unos colores mostraron reverencia por una pasión pintada a fuego como es el rojo y el blanco.

El fútbol fue, con el cine, la playa y los espectáculos típicos de la época, una de las primeras diversiones de los portuenses en el siglo XX y ha servido de vínculo social, de motivo para hacer política, de punto de encuentro, como vía para ayudar a los más necesitados y de representación de toda una ciudad en el mundo del deporte.

De un albero tan inhóspito y tan ingenuo salió y surgió todo. Después del Polvorista tuvo muchos más campos. Como todos bien sabéis. De todas las formas y maneras posibles como el Tiró Pichón, el Eduardo Dato o el José del Cuvillo. Del Estadio, con mayúscula, hablaremos un poco más tarde.

De la Plaza del Polvorista pasó a jugar a los terrenos de los Baños Termales, para lo cual hubo de hacerse un gran relleno en aquellos parajes cercanos a la Playa de la Puntilla, cuyo coste lo sufragó en su totalidad Don Roberto Osborne Guezala, motivo por el cual fue nombrado primer Presidente Honorario del Club.

En la temporada 1935/36 se trasladó el terreno de juego al 'Tiro de Pichón', en la antigua carretera nacional IV, donde también compartía feria del ganao, para cuyas instalaciones se contó con la inestimable ayuda de Don José Manuel Domecq, por entonces presidente del Xerez F.C. -paradojas de la vida-, quien cedió gentilmente las tapias de madera que circundaban el campo.

En reconocimiento de su ayuda fue nombrado socio de Honor y Mérito. Este campo fue inaugurado con un partido entre el Racing y el Sevilla F.C. amateur el 29 de septiembre de 1935.

Esa misma temporada el Sevilla F.C. se proclamó campeón de la Copa de España, y la directiva racinguista (muy sevillista por cierto), en señal de homenaje por el logro conseguido tuvo a bien tomar como modelo el escudo del equipo sevillano, que es el que perdura hasta nuestros días aunque con ligeros retoques para adaptarlo a la idiosincrasia portuense como es nuestra patrona la Virgen de los Milagros.

Durante la Guerra Civil española estuvo el fútbol algo retirado, lógicamente, en nuestra ciudad; no obstante se celebraron algunos partidos amistosos con carácter benéfico.

Terminada la contienda fraticida, fue el 11 de junio de 1943 cuando se inauguró un nuevo recinto deportivo en terrenos ubicados enfrente de la antigua fábrica de botellas –conocida como VIPA-, bautizándosele con el nombre de Eduardo Dato.

Como ven, el Racing ha ido intercalando campos más céntricos con otros en el extrarradio. Su sino histórico. Visceral, porque el Racing siempre lo ha sido, una montaña rusa con la que le ha ido acompañando a lo largo de su historia. De épocas gloriosas a su más crudo penar. Del todo a la nada y volver a empezar. Su sino.

Del Eduardo Dato, tampoco demasiado lejos de donde nos encontramos, significó asentar el sentimiento a un equipo y el cariño sincero de una afición que vivía apasionadamente cada uno de los partidos que disputaba cada domingo. Era el divertimento y el lugar de encuentro de portuenses que encontraban en su equipo la oportunidad perfecta para alentar una afición común e irreconducible.

Preparados para lo mejor y lo peor, el domingo era el día en el que los sentimientos y las emociones florecían y se pasaba del gozo al sufrimiento en segundos. En un instante todo se volvía alegre o triste. Pero eso sí, el Eduardo Dato no dejaba indiferente a nadie. Nadie se aburría.

Cuando el juego no acompañaba la grada empezaba a tomar vida propia y siempre salía al paso el comentario jocoso y los poetas improvisados empezaban a tomar el protagonismo por entero. Prosa libre y prosa profunda que alentaba al aire cada momento.

Un domingo no era domingo si el Racing no jugaba, faltaba algo. El Puerto era menos Puerto. Faltaba esos 90 minutos en rojiblanco y esa tarde de sobresaltos y de entretenimiento que unos y otros daban. Personajes que adobaban las horas previas. Desde por la mañana ya se vivía el partido, esas previas, esos comentarios, esas quinielas en las que todos después del partido ya sabían y habían pronosticado horas antes, adaptándose según conviniera para ganar la porfía de turno. 

Un campo coqueto donde se recogía las imágenes que más ha impactado a propios y extraños.

Momentos históricos, fechas que han marcado. En este 2018 también vamos a celebrar otra efeméride a recordar, la eliminatoria contra el Alavés. 50 años ya de ese partido. El partido más comentado de toda la historia racinguista. Cada uno con sus argumentos, con sus cábalas y con sus conspiraciones que dan pábulo a testimonios más personales.

Una eliminatoria marcada a fuego en los anales que para bien o para mal nos acompaña en cada hemeroteca que nuestros mayores nos sacan cada vez que toca o que en cada comparación surge.

El Racing, imagínense, ha jugado cientos de partidos, cientos, pero sin duda alguna hay uno que le ha marcado, le marca para bien o para mal. El partido más recordado de su historia y el que sin duda le ha podido señalar.

Hablábamos antes del Eduardo Dato, el que por edad no conocí, pero sí que ha sido fuente de inspiración de anécdotas e historias que han ido adornado décadas pasadas y momentos que a buen seguro alguno de vosotros lo tenéis grabado en la memoria y en el corazón.

Si les hablo de Jaime, Manolín, Luis Soriano, Nano, García, Antonio Chares, Pedro Maza, Marcelino, Lolo, Nene, Higinio Obregón Agudo, Ventura Martínez (entrenador). Feria, José Breval, Vera Palmer, José Hernández, Jesús Bastián, Miguel Mata, Manuel Martínez Jaén, Chernichero o Badiola. Os suena. Eso es Racing.

Manuel Jarque “Chicharito, que no podía faltar en esa mítica época, también ha sido historia viva.

Os suena a que sí. No pueden faltar en este día. Ninguno de los que de una manera u otra que han formado parte de sus plantillas, directivas, presidentes, socios o aficionados pueden hoy olvidarse. Hoy es la fiesta y el día del Racing. De todos nosotros.

El Racing ha cumplido muchos años, 90 pero este creo que es el más importante de su vida. Sin lugar a dudas. Este es el que más hay que celebrar. Y lo es porque lo puede celebrar, porque se lo merece, porque puede y porque nos lo merecemos.

Hoy hay que ser optimista y tener esperanza de que los años venideros serán los mejores, los que nos haga salir del túnel y nos haga volver a ser un club señor y respetado por todos.

Porque al Racing a veces se le ha faltado el respeto. Por intereses, por codicia, por negocio o por cuestiones que hoy no pueden ni deben estropear ni manchar la impoluta trayectoria de este club. Nadie puede ni debe hacerlo hoy.

Hoy es un día de alegría y de recuerdos de aquellos que queriendo como amaban a su Racing hoy no puede hacerlo. Y todos tenemos en la mente a uno.

Así que nadie puede empañar este día.

Querer resumir 9 décadas no creo que sea ni tarea fácil ni justa por la dilatada e intensa historia de la entidad. Casi un siglo de vida, el Racing se las ha visto de todos los colores. De todos. Pero siempre, siempre ha remontado el vuelo y siempre lo ha podido contar. Siempre. De hecho lo estamos haciendo hoy aquí, que nadie se olvide. Que el que decían estaba muerto, desaparecido, judicializado, olvidado, que ha vuelto, que ha vuelto, entérense bien y lo hace para quedarse. Y para siempre.

Una historia ilustre y que ilustra todo. 32.874 días. Más de 30.000 días tiene el Racing y eso creo que da para mucho. Para muchísimo.

Les voy a explicar, aunque la mayoría de los presente ya lo saben, que es ser racinguista. Ser racinguista es pensar por y para el Racing. Ser del Racing es sufrir, es preocuparse, es lamentarse, es ofuscarse. Lo tienen que tener asimilado. Pero ser del Racing, también, es lo máximo. Sencillamente, lo máximo. Merece la pena pasar un mal trago con tal de ver un gol del Racing o una victoria. O compartir con un amigo una tarde de fútbol, un desplazamiento. Es algo más, es algo inexplicable y mágico. Tal cual.

Ser racinguista es estar en una continua tesitura de mejor no saber, o que te lo cuenten todo, de apostar por él o poner tierra de por medio. No existe el término medio con él. O blanco o negro. O todo o nada. El Racing es capaz de sacar el punto más visceral de uno. Y lo logra. Vaya si lo logra.

Ser racinguista es capaz de atraparte y no dejarte ir más. No intente entenderlo, es en vano, no podrá hacerlo.

El Racing, más allá de un equipo de fútbol, es una bandera de El Puerto, la que le da sentido en su naturalidad y en su humildad. El que templa y da honor que ser portuense y ser racinguista es lo mismo. Que el gentilicio de portuense viene del Portuense, del Racing. ¿Conocen otro caso igual? Creo que no.

A la primera institución deportiva de la ciudad de El Puerto, al Racing, nunca le ha faltado ganar un título ni un resultado para ser grande. Nació grande y se siente grande. No hay mejor filosofía del que nunca espera nada y ser siempre recompensando. Aquí esto funciona de otra manera. Como los buenos vinos, el Racing ha ganado con los años.

90 años de racinguismo ofreciendo imágenes y testimonios que han valido para convertir a esta entidad en ser algo más que un club. Uno que ha sabido adaptarse a los tiempos de la mejor manera posible. Los portuenses supimos ir de la mano con él, para en ese cariño sincero, sacar la bandera y ondearla orgullosamente. Que ser del Racing y ser de El Puerto es lo mismo. Que no se confundan.

Hoy, casi un siglo de legado hay que estar orgulloso. Como cada lugar que ha utilizado para poder expresar en forma de juego cada campo o estadio utilizado.

Les hablaba anteriormente del José del Cuvillo y de ser el que tomó el testigo del Eduardo Dato. Casi tres décadas después, concretamente el 20 de agosto de 1972 y con la celebración del I Trofeo Ciudad de El Puerto, se inauguró el estadio José del Cuvillo, que para tan majestuosa ocasión enfrentó al Racing con el Real Madrid, perdiendo los portuense por un ajustado 1-2 con goles de Fleitas y Garrido por parte madridista, y de Vázquez por el bando racinguista.

Si el Eduardo Dato trajo de nuevo el fútbol a la zona floreciente de Crevillet, su traslado a la otra parte de El Puerto, a Valdelagrana, el Racing ganó en un estadio moderno y cómodo.

En estos cuatro años de incertidumbre, de frustraciones y de penas, hemos convivido a gestionar el dolor y el sufrimiento con la esperanza de que todo haya merecido la pena y de que todo por fin sea una triste y penosa experiencia. Nada más. El Racing será lo que sus racinguistas, su gente, quiera que sea. Ni más ni menos. Nada más.

En estos cuatro años nos costó entender y asumir que el Racing ya jamás iba a volver a estar con nosotros. Nos tocó esperar y apretar ante lo que parecía inevitable. Un final que no llegó y no llegará. Os lo puedo asegurar. Si se ha sobrevivido a un golpe de Estado, a una dictadura, a un concurso de acreedores. A nada.

El Racing tiene ante sí el partido más complicado que disputar, el que tiene que jugar contra sí mismo, con sus miserias.

Para ir terminando, 90 años no se cumplen todos los años. Mirad. En Primera División hay clubes que no tienen estos años. Ni Getafe, Eibar, Girona. El Leganés los iguala.

Hoy es un día para felicitarse, para celebrarlo por entero porque es histórico. No sé qué nos deparará la vida, hoy me importa bien poco, hoy sí puedo decir que el Racing ha cumplido 90 años y lo puede contar. La alegría nos invade porque reconforta ver a tantas y tantas caras conocidas de racinguistas de corazón.

No quisiera despedirme sin felicitaros a todos.

Nos vemos esta tarde para celebrar como se merece nuestro día con una victoria. Y os emplazo a dentro de 10 años. Si 90 años es algo grandioso, el centenario del Racing tiene que ser lo máximo.

Ayer, hoy y siempre, viva el Racing Club Portuense".

NOTICIAS RELACIONADAS

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN