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En román paladino

Illa se va

Su presentación le ha dado un vuelco a la campaña

Publicado: 26/01/2021 ·
09:18
· Actualizado: 26/01/2021 · 09:18
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  • Salvador Illa. -
Autor

Rafael Román

Rafael Román es profesor universitario, miembro del PSOE, exconsejero de Cultura y expresidente de la Diputación de Cádiz

En román paladino

El autor aborda en su espacio todos los aspectos de la actualidad política tanto de España, Andalucía y la provincia de Cádiz.

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De la chanza al miedo. Cuando nombraron a Salvador Illa algunos dijeron que qué hacía un filósofo al frente de la sanidad nacional en medio de una atroz pandemia, como la  que aún persiste. Venía de una alcaldía catalana  -La Roca del Vallés- y fue  ministro de Sanidad casi de rebote,  por las jugadas a varias bandas que comporta la  formación de cualquier gobierno. Ahora se va a luchar por la presidencia de la Generalidad catalana y ha conseguido poner de acuerdo a todos los partidos políticos -desde los del partido de Pablo Casado a los de Carles Puigdemont- pero en su contra. Esa unanimidad lo han situado en el centro de la campaña electoral catalana. Naturalmente eso no se produce sino porque su presentación le ha dado un vuelco a la campaña. Ha provocado miedo en los demás, miedo por una posible victoria. Hay que decir que es una campaña que comienza y no se sabe aún si se celebrarán las elecciones  definitivamente el 14 de febrero.

Cuando tuvo que dimitir -por inhabilitación -  Quim Torra, de infausta memoria,   los partidos independentistas, que tenían  mayoría en el disuelto Parlamento de Cataluña decidieron -por sus desavenencias internas y  por considerar acabada la legislatura- no presentar candidato a la presidencia de la Generalidad. Como consecuencia de lo anterior se fueron agotando los plazos que contempla la legislación para una convocatoria automática, haciéndose cargo de la presidencia,  pero en funciones, el vicepresidente Pere Aragonés, de Esquerra Republicana.

El PSC-PSOE dio un golpe de efecto y nombró, a propuesta de Iceta, a Salvador Illa como candidato y el gobierno catalán entonces lanzó un decreto de urgencia  anulando  las elecciones, que ya estaban convocadas, para una “posible” nueva convocatoria el 30 de mayo, pero sin concretarlo. Era una suspensión “sine die”. Sucedió algo similar en el País Vasco y Galicia, también alegando la pandemia,  aunque aquellos decretos daban  exacta la nueva fecha; la diferencia es que no se recurrieron los decretos por nadie y en Cataluña sí, lo que ha obligado a definirse a los tribunales. Ese es el enredo que el independentismo ha creado por su propia voluntad en Cataluña. No caben lágrimas de cocodrilo en los que han provocado deshojando la margarita de las elecciones casi desde el inicio de la legislatura formada tras la aplicación del 155 de la Constitución.

 

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