El Gobierno provisional de Kirguizistán afirmó ayer que el conflicto étnico en el sur del país, en el que han muerto más de 170 personas, “está amainando”, pero insistió en pedir a Rusia el envío de fuerzas de paz.
“El conflicto en Osh y Jalal-Abad está amainando y el Gobierno provisional confía en que se mantendrá esta tendencia”, dijo la presidenta interina, Rosa Otunbáyeva, en la capital, Biskek, sobre los enfrentamientos entre kirguises y uzbekos en el sur del país.
Por primera vez desde el pasado día 11, cuando estalló la violencia, ayer en Osh y Jalal-Abad no se registraron nuevos pogromos e incendios e incluso abrieron algunos comercios, aunque continúa la tensión y las calles siguen cortadas con barricadas y patrulladas por militares y policías, según la agencia Akipress.
Al mismo tiempo, Otunbáyeva dijo que las autoridades negocian con el presidente de Rusia, Dmitri Medvédev, “la introducción de tropas para separar a los bandos enfrentados porque el decreto que autoriza el uso de las armas contra los provocadores no se cumple plenamente”, de acuerdo con la agencia rusa Interfax.
Para Otunbáyeva, los sangrientos incidentes han demostrado que “el Ejército kirguís no tiene suficientes fuerzas” para controlar la situación, mientras los efectivos de Interior “están desmoralizados”. Agregó que algunos funcionarios, partidarios del depuesto presidente Kurmanbek Bakíev, “sabotean” las decisiones del Gobierno provisional, por lo que las nuevas autoridades han tenido que llamar a filas a los reservistas.