El independentismo llega al primer aniversario de la sentencia del procés con un president inhabilitado y una movilización mermada
El independentismo llega al primer aniversario de la sentencia del procés con un president inhabilitado y una movilización mermada, en medio de un pandemia, desencanto al ver el mar revuelto entre unos partidos soberanistas incapaces de tejer una estrategia común y que ya preparan la batalla electoral del 14F.
El 14 de octubre de 2019 estalló la sentencia del procés y conmocionó al independentismo con duras condenas, de entre 9 y 13 años de prisión por sedición, a los principales líderes del movimiento, Oriol Junqueras, Jordi Cuixart, Jordi Sànchez, Josep Rull, Jordi Turull, Joaquim Forn, Raül Romeva, Dolors Bassa y Carme Forcadell.
La calle se había preparado y salió de forma masiva, aupada por la críptica plataforma Tsunami Democràtic, generando imágenes que quedaron en la retina del soberanismo como la marcha hacia el Aeropuerto del Prat-Barcelona.
Los días posteriores al fallo del Tribunal Supremo también se vivieron expresiones violentas, con altercados y diversos choques entre Mossos d'Esquadra y manifestantes que generaron tensiones dentro del Govern de JxCat y ERC y erosionaron la figura del ya exconseller de Interior Miquel Buch, que en las filas de JxCat ya no se ve como un activo electoral.
Alguna de estas manifestaciones, que duraron días, tuvieron su origen en la plaza Urquinaona de Barcelona, donde los CDR han convocado esta noche una concentración de protesta.
Un año después, Tsunami Democràtic ha quedado aletargado, sin aparente actividad, tras constatar que, después de la sentencia del procés, su movilización y la de otras organizaciones independentistas como ANC, Òmnium o los CDR -también afectada en lo últimos meses por la pandemia- no iba acompañada de una respuesta institucional de los partidos.
Todo ello ante la desesperación del entonces president Quim Torra, que se quedó solo en el Parlament defendiendo la organización de otro referéndum durante esta legislatura.
No hubo acuerdo para una respuesta institucional a la sentencia y desde entonces las grietas entre JxCat y ERC solo han hecho que crecer.
Únicamente la irrupción de la pandemia ha alargado más de lo esperado una legislatura agónica que Torra daba por terminada a principios de año, tras la polémica con ERC y el presidente del Parlament, Roger Torrent, por la pérdida de su condición de diputado.
Era el primer capítulo de un proceso de inhabilitación que confirmó el Tribunal Supremo este pasado 28 de septiembre, dejando al Govern sin president a las puertas de la segunda ola de la pandemia y abocando Cataluña a unas elecciones previstas para el próximo febrero.
Unos comicios con una larga precampaña en la que los diferentes partidos de un soberanismo más fragmentado -por la ruptura dentro del espacio postcovergente- buscarán marcar perfil propio, sin que se haya avanzado en la mesa de diálogo con el Gobierno de Pedro Sánchez.
Esta mesa está más tocada que nunca tras la inhabilitación de Torra, quien este miércoles en Twitter ha redoblado su desconfianza en el Ejecutivo central: "Un año de la sentencia. Tres años de cárcel. Ninguna solución política de los gobiernos Rajoy y Sánchez-Iglesias. 2.850 represaliados. Una esperanza: la República Catalana".
Pese a toda esta situación, los presos han manifestado este miércoles a través de la misma red social que siguen fuertes y han llamado a persistir, confiados en que se logrará este objetivo de la "república".
El próximo gran capítulo del procés será el próximo febrero, en las elecciones previstas para el día 14. Si el soberanismo supera el 50 % de los votos habrá que ver si los partidos serán capaces, esta vez sí, de avanzar juntos por alguna vía que, sea la que sea, siempre será incierta; si quedan por debajo de esta cifra, todo se tendrá que replantear.
Mientras, un año después del Tsunami, el Govern debe afrontar la segunda ola de la pandemia de la Covid.