Esperanzado como Diógenes que, a plena luz del día, buscaba con un candil a un hombre honesto, he querido escudriñar el mundo del fútbol -hoy convertido en negocio de fulanos- para encontrar a una persona sencilla, próxima, cercana. Créanme: no lo he tenido fácil, pero mi búsqueda -a Dios gracias- ha dado el mejor resultado, el hallazgo de un referente de la sencillez y que, encima, nos hace reír, esto ya es de traca. Mi tarea ha sido complicada porque, además, nuestro elegido habita/juega en el Real Betis, el equipo en el que también han militado futbolistas nobles y honrados como José Ramón Esnaola, Rafa Gordillo, Julio Cardeñosa, Javier López...
Joaquín Sánchez (Joaquín) -mi elegido- ha sabido ganarse el cariño de todos más allá de las fronteras del Villamarín. Sus entrevistas se convierten en virales, los periodistas le queremos y le he visto apoyar con la mejor cara más de una idea solidaria a la que había que arrimar el hombro.
Estuve en el Villamarín cuando 10.000 aficionados celebramos su renovación un año más con la camiseta del Betis; le vi emocionarse en el Vicente Calderón -corría el año 2005- cuando, junto con Oliveira y Dani - este en plan figura- le ganaron (2-1) la Copa del Rey a Osasuna de Pamplona; he visto cómo el Villamarín gritaba de emoción cuando Joaquín consiguió tres goles -!tres!- en un partido contra el Athletic de Bilbao, un ‘hat-trick’ en tan sólo 20 minutos.
Regresó al Betis en 2015 tras pasar por el Valencia, Málaga y la Fiorentina (Italia). Ha sido jugador de la Selección española y ha disputado los mundiales de Corea y Japón y Alemania y la Eurocopa de Portugal. Ha ganado dos Copas del Rey, una con el Real Betis y otra con el Valencia C.F. Un palmarés al alcance de muy pocos y que convierte al centrocampista portuense, por méritos propios, en leyenda deportiva.
El 28F, Día de Andalucía, le vi en los alrededores del Teatro Maestranza de Sevilla: recogía la Medalla de Andalucía en la categoría de Deportes. Iba como un galán de cine en día de estreno: muy trajeado y con sus gafas de sol para que el brillo de la vanidad del fútbol no le deslumbrara la mirada. Estuve, incluso, por preguntarle: “Joaquín, tú por aquí...?” Seguro que con la ironía que le caracteriza me hubiera respondido: “Schi, aquí he venío habé que me ponen de comé...”
Me dicen que ese día -pagaba mamá Junta- acertaron en la mesa: sirvieron jamón, exquisito jamón de Jabugo, la mejor receta, según Joaquín, para terminar con el coronavirus. ¡Enhorabuena, felicidades, capitán!