A diferencia de otros años, el debate durante la Semana Santa no ha sido el de las cifras de récord turístico, aunque el tema bien da para otra reflexión, pero esperaremos a los datos. Este año las redes sociales se inundaron de comentarios sobre la aconfesionalidad del Estado y la presencia de políticos en las procesiones, especialmente de los ministros Méndez de Vigo, Zoido, Catalá y la ministra Cospedal, en nuestra ciudad; y las banderas a media asta por la muerte de Cristo.
Efectivamente, como seseñala en la Constitución, en España “se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto (…), y los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones”.
Pero, a pesar de todo, las críticas a los políticos, especialmente del PP, por acudir a las procesiones, o a Pedro Sánchez y a Pablo Iglesias, por felicitar en su día el Ramadán y no la Semana Santa, ocuparon la agenda en las redes sociales, y de paso, un poco en los medios.
Llama la atención que, muchos de los que criticaban, cuando se les preguntaba por la presencia de algunos “de los suyos”, siempre respondían que “a título particular, cada uno puede hacer lo que quiera”.
Se han visto imágenes en los medios y en las redes sociales de Bendodo, Cassá y De la Torre en su competición por el toque de campana; Daniel Pérez, portavoz socialista en la capital; Antonio Moreno, alcalde de Vélez; Ruiz Espejo, secretario provincial socialista y delegado de la Junta; la presidenta de la Junta y el líder de la oposición. El alcalde de Cádiz, por su parte, fue visto con una vela detrás de un Santo, también a título personal.
Cuando se va a título personal, ¿se sale en la foto oficial? Cuando se va a título personal, ¿se comparte en las redes sociales? Es curioso, pero es el debate de siempre. ¿Es que la Semana Santa es propiedad de una parte de la política?
Dicho esto, si partimos de la idea de que debe ser una opción personal, debe ser sin coste para la ciudadanía y sin intenciones electorales.Y sí, deben respetarse todas las religiones. Así, se contribuye a la convivencia y al respeto.
