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Moresco

El que siempre aguantó carros y carretas sin perder la mala cara ni la mano tendida

Publicado: 26/06/2020 ·
10:51
· Actualizado: 26/06/2020 · 10:51
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Autor

José Antonio Vázquez

Periodista, analista político y especialista en comunicación institucional y corporativa. Secretario de la Asociación de la Prensa de Jerez

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Indivisa busca analizar la actualidad, fundamentalmente de El Puerto, desde la experiencia

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Se lo debía. O quizá, me lo debía a mí mismo. Hace solo unos días se ha cumplido, como siempre ocurre con los alcaldes en el mes de junio, el aniversario del acceso de Enrique Moresco a la Alcaldía de El Puerto. 13 años que parecen una eternidad si tenemos en cuenta todo lo que ha pasado desde entonces pero, sobre todo, si analizamos, lo mucho que ha cambiado la política local desde entonces.

De Enrique Moresco se ha hablado mucho entonces y desde entonces. Se dijeron muchas barbaridades, pero ni entonces ni ahora se ha hecho justicia con un hombre que, además de otras muchas cosas, fue y es un hombre bueno. Como alcalde, tuvo que poner al Ayuntamiento en un estado de normalidad (por extraño que nos parezca hoy, una de sus primeras medidas tuvo que ser la de no conceder vales ilegales de luz y agua), tuvo que hacer frente a la feroz irrupción de unas redes sociales a las que hoy estamos acostumbrados pero que, entonces, arrollaban a cualquiera y a las hirientes polémicas más absurdas del municipalismo español (llegaron a montarle una protesta en el Pleno por sustituir al chófer del anterior alcalde o una campaña para que nunca quitara de Gran Visir al Polvorón, precisamente cuando fue él quien lo nombró).

Claro y sincero, siempre tuvo claro que rodearse de gente mejor no era un problema sino la mejor estrategia (aunque luego alguno no fuera tan mejor como parecía), siempre enseñó a su equipo que nada podía hacerse sin la gente que de verdad conocía la realidad del día a día de El Puerto, siempre antepuso el trato humano al político, ayudó a quien pudo y tal como entró, se fue (se fue es una expresión hecha no del todo exacta con la realidad). Del Moresco político ya hablaron otros.

Quizá ahora cuando pasea por su Puerto como un ciudadano más vea cómo tantos años después, otros que presumían ser mejores no consiguieron terminar lo que él empezó. Pero la memoria debe ser justa y también debe poner en la balanza al Enrique persona, ése que siempre procuró anteponer el trabajo en equipo al lucimiento individual, el honesto, el paciente y prudente hasta límites que cualquier otro no habría soportado.

El que siempre estuvo al lado de quien se lo pidió aunque luego renegara. El que siempre aguantó carros y carretas sin perder la mala cara ni la mano tendida.

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