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Jerez

El Rey, como uno más en la Venta Esteban: berza, pescaíto, tocino de cielo y fino

“Nos llamaron unos quince minutos antes diciéndonos que venía a comer, él mismo pidió sentarse donde hubiera gente”, comentan desde el restaurante

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El rey Felipe VI ha almorzado este miércoles en Jerez después de presidir los actos conmemorativos del Año Nebrija en la cercana localidad sevillana de Lebrija. Desde allí se ha dirigido hasta la jerezana Venta Esteban, donde tenía reservada mesa poco después de las tres de la tarde, para sorpresa de cuantos clientes se han encontrado con Su Majestad a su llegada al célebre establecimiento, algunos de los cuales han tenido la oportunidad de posar a su lado antes de acceder al restaurante.

Durante su breve estancia en la ciudad en este establecimiento jerezano, el monarca ha comido “productos de la zona”, como comentan desde la propia Venta Esteban. Se le ha servido “pescaíto frito, berza, jamón y tocino de cielo de Jerez. Todo de aquí. Y por supuesto un fino en rama buenísimo”.

La visita cogió a todos un poco por sorpresa porque “nos llamaron unos quince minutos antes diciéndonos que el rey venía a comer”. A partir de ese momento “llegó la escolta y preparamos todo para su llegada”.

Asimismo, apuntan que el monarca ha sido “muy cercano, una persona normal. Él mismo pidió sentarse donde hubiera gente, no quiso un salón reservado ni nada”. Se le atendió “como a todo el mundo, pero es verdad que recibir personas así es un gusto, no pasa todos los días”.

A la entrada en el local “se le recibió con aplausos” y durante el almuerzo “todo transcurrió con normalidad. Con los comensales que venía estaba como en una reunión de amigos, nada de seriedad”.

 

El rey presidió un acto en Lebrija

El rey llegó al corazón de la localidad sevillana a las 11.30 horas, donde fue recibido, además de por un intenso calor, por el presidente andaluz, Juanma Moreno, el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, y el alcalde de Lebrija, José Barroso, y donde le esperaban miles de personas.

Tras el primer baño de multitudes, el monarca se acercó al Ayuntamiento, donde firmó en el libro de honor y tuvo un recordatorio para Elio Antonio de Nebrija, tras lo que se acercó al callejón de las Monjas hasta desembocar en el convento de la Purísima Concepción, un edificio del siglo XVI.

Allí fue recibido por un grupo de monjas concepcionistas, que le mostraron el interior de la iglesia, y quienes previamente le habían hecho llegar al monarca su particular regalo: un 'rebaño' de ovejas -con pastor incluido-, hechos de mazapán y de almendras, uno de los manjares que las hermanas elaboran diariamente.

El rey terminó su recorrido en la Casa de la Cultura de Lebrija, donde mantuvo un diálogo con representantes de diversos colectivos del municipio, que en la actualidad cuenta con unos 28.000 habitantes, y de cuya problemática quiso saber el rey de primera mano, escuchando a los vecinos.

La jornada de actos relacionados con el Año Nebrija acabaron ahí pero no así la visita de Felipe VI a la localidad, ya que se acercó posteriormente a la “Balsa de don Melendo”, donde se regulan los regadíos del Bajo Guadalquivir, y donde se ha reunido con la comunidad de regantes y con los agricultores de la zona, quienes le explicaron los efectos de la sequía, además de los logros técnicos y humanos para mantener activos y productivos los cultivos. 

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