En este sentido, antes de entrar a valorar nombres y decisiones estructurales, Griñán ha antepuesto el mensaje que pretende trasladar a la sociedad con su “reordenación”, orientada a “incrementar la eficiencia de la Administración y a impulsar políticas de crecimiento económico”. Y el mensaje se ha traducido en la fusión de diferentes consejerías, que le ha permitido reducir el número de consejeros de quince a trece, y en la creación de una macroárea económica encabezada por la Consejería de Economía, Innovación y Ciencia.
Con respecto a los nombres, el presidente ha asignado nuevas competencias a consejeros ya presentes en el Gobierno, caso de Mar Moreno -convertida en el nuevo gran referente de la Junta como consejera de Presidencia y portavoz- y Antonio Avila, al que ha encomendado el área de Economía, que se ajusta mucho mejor a su perfil de técnico. Con respecto a las incorporaciones hay que destacar el regreso (rescate) de Paulino Plata para asumir Cultura, y la incorporación de Francusco Alvarez de la Chica (Educación), Manuel Recio (Empleo) y José Juan Díaz (Medio Ambiente).
El cuadro, por supuesto, se completa con los consejeros relevados: Cinta Castillo, Martín Soler, Juan Espadas, Rosa Torres y el jerezano Antonio Fernández. Eso, en líneas generales, porque la letra pequeña y las lecturas localistas dicen más cosas y afectan directamente a la provincia de Cádiz, que si ya constató la pérdida de poder en la nueva Ejecutiva Regional del PSOE, ha visto ahora reducida su representación en el nuevo Gobierno a un solo consejero, Luis Pizarro, que suma a Gobernación el área de Justicia y, de paso, se convierte en el único referente de la vieja guardia socialista (y de Chaves) preservado por Griñán.