Tom Jones ha pasado esta noche por Jerez. La frase se podría quedar ahí, porque al fin y al cabo no deja de ser uno de los miles de conciertos que cada verano recorre la piel de toro al abrigo de la noche, pero los más de 3.000 reunidos retendrán en sus memorias colectivas mucho tiempo su cita con el Tigre de Gales en la Bodega Las Copas.
Aquí, en este rincón de la provincia de Cádiz donde alguien decidió hacer una lista de conciertos bajo el nombre de ‘Tío Pepe Festival’, ha aparecido un cantante que agota calificativos, con 83 castañas a las espaldas de una camisa albinegra que solo Tom Jones podría llevar, el cantante al que, qué le vamos a hacer, muchos conocieron en España cuando hizo bailar a Alfonso Ribeiro en la piel de un Carlton Banks desatado en ‘El príncipe de Bel-Air’.
Aquella canción, ‘It's Not Unusual’, es una de las que esta noche ha soltado al cielo del sur junto a cinco músicos coordinados como si fuesen uno solo desde que 'I’m Growing Old’ ha sonado para dar las buenas noches, presentándose un artista que se reconoce ante el público en su letra como alguien que está creciendo más profundo en sus suspiros y más lento en su caminar.
Sobre todas las cosas, Tom Jones canta. Los años no pasan en balde para nadie, de modo que no tiene por qué bailar, aunque baila. Para llenar el escenario está su impresionante voz, que no falla una nota ni aunque tosa, con la que se disculpa por no hablar en español, pero no parece eso problema cuando en el patio de butacas había esta noche en Jerez mucho pasaporte víctima del Brexit.
El galés más conocido del mundo (disculpen la osadía Bonnie Tyler, Ken Follett, Christian Bale o el propio Rey Arturo) sabe que canta para un público que comenzó a verle actuar en blanco y negro, al que se dirige con la naturalidad de quien ha visto de todo en este mundo, y presenta sus canciones una a una: “Esta la eligió Woody Allen para una de sus películas”, y entona ‘¿What’s New Pussycat?’, banda sonora de una cinta que acompañaba al mundo cuando Neil Armstrong pisaba la luna.
Y como puede hacer lo que quiera, que para eso es Tom Jones, puede apoyarse solo en una guitarra para preguntar al público si conocen ‘Sex Bom’, gente que, edad aparte, ha aguantado sentada muy poco en el patio de butacas de la bodega escenario del festival, porque canciones como esa no se hicieron para disfrutarlas sentados como si tal cosa, así que todos en pie mientras el Tigre canta: “Soy tu blanco principal, ven y ayúdame a encenderme”.
No dejemos de destacar que es uno de los cantantes y compositores más laureados de todos los tiempos, y a lo largo de su extensa trayectoria ha vendido más de 100 millones de discos, con una voz poderosa y un carisma innegable, haciendo lo que le da la gana con el pop, rock, country, soul o góspel, y si alguien tiene dudas que eche mano de sus más de 30 discos.
Tom Jones es tan Tom Jones que puede coger el 'You Can Leave Your Hat On' de Joe Cocker y hacerlo suyo, o llevar a 3.000 almas al instituto de Hill Valley para que Marty McFly cante, inspirado por Chuck Berry 'Johnny B. Goode', pero en la voz de un elemento galés cuyas cuerdas vocales tienen los mismos matices que cuando casi tenía espinillas y era vocalista de ‘Tommy Scott & The Senators’.
En Jerez, ha cantado lo que que ha querido y como ha querido. Ha hecho que las parejas salgan a bailar a los sones de ‘Delilah’, esa maravilla de balada parida por Les Reed, Barry Mason y Whittingham Sylvan, ha estado dos horas en escena, ha roto en rock puro con ‘Great Balls Of Fire’ y se ha despedido cuando ya era lunes, un lunes de luna gibosa creciente, definición que el autor de esta crónica aprendió esta misma noche mientras un galés Oficial de la Orden del Imperio Británico nombrado por Isabel II daba las gracias y se retiraba satisfecho del deber cumplido. Y no era para menos.