El pasado miércoles fue el último día de trabajo para 260 empleados municipales. Fue una jornada complicada, donde en algunos casos hubo llantos tanto de los afectados como de los propios compañeros en una despedida que muchos esperan que sean un punto y seguido si el Juzgado de lo Social acaba dándoles la razón. Información Jerez ha recopilado testimonios de cuatro ya ex trabajadoras que han pasado a engrosar las listas del paro.
Las cuatro están solas y tienen hijos a su cargo. Yolanda Ruiz dice que aún no ha podido llorar. Empezó a trabajar como administrativa en el área de Infraestructuras en el año 91. Con la titulación superior de Administración, lleva desde el 2007 supliendo a un jefe de unidad de su departamento, en el que hay otros 22 compañeros más. Salvo cuatro, por antigüedad es la quinta que más tiempo lleva allí. No le ha servido de nada. “Pensaba que si tenían que echar a alguien de mi departamento iba a ser de los últimos que han llegado. Estaba muy segura de mí misma. Nunca me han abierto ningún expediente ni he tenido ningún problema. Y ahora a otra compañera que lleva seis años la han puesto en mi puesto y no me han dado ningún tipo de explicación”, relata. Tiene 41 años, paga “sola” una hipoteca, ya que lleva 6 divorciada, hace dos sufrió una presunta agresión de su ex marido con el que está en juicio por la custodia de su hijo y ganaba “entre 1.100 y 1.200 euros como mucho”.
La relación de Pepa Sánchez con el Ayuntamiento se remonta al año 81 cuando empezó a trabajar en el antiguo Servicio de la Recaudación Municipal (ahora Jereyssa). A partir del 85, que es cuando tiene la antigüedad reconocida, empieza a trabajar de forma ininterrumpida y desaparece la antigua recaudación y empieza a funcionar Jereyssa. A ella, junto a otros compañeros, se le subrogan los contratos, y allí estuvo del 92 al 99. En el 99 “me ofrecen un puesto en el Ayuntamiento, que no pido yo, que me ofrecen.
“En un principio me opongo al tener un puesto fijo en Jereyssa y pasar a contratos por obra y servicio en el Consistorio, pero me dicen que no me preocupe, que se mehará una suspensión de contrato, se me haría uno de obra y servicio y cuando se acabara esa obra y servicio volvería a Jereyssa”. Aceptó con esa condición y entró en la Secretaría Técnica de Presidencia, pasó por Igualdad y Salud, Fiestas y Deportes y fue secretaria de la delegada de Deportes por el PSOE, Ainhoa Gil. Con el nuevo Gobierno del PP, siguió en su puesto como secretaria de dirección y tras un contacto con Felisa Rosado, la nueva delegada, le expuso que le gustaba su puesto pero que entendería que quisiera tener otra persona de confianza. Le dijo que no, que no había ningún problema. Sin embargo, como relata, a la vuelta de las vacaciones de verano de 2011, se encuentra con un traslado a Impulso Económico sin comunicación previa. La envían a un departamento donde asegura que no le dan contenido.
“No sé si por falta de trabajo o porque a mí no se me da trabajo. Si lo que me han contado el último año, pues a lo mejor estoy en el ERE por eso, o porque haya estado seis años de secretaria con una delegada socialista. No pertenezco a ningún partido ni sindicato y tengo casi 30 años de experiencia”. Pepa es administrativa, tiene 51 años, tres hijos, dos de ellos en la universidad, y una hipoteca que pagar. Está separada y su exmarido tampoco le pasa manutención. En Jereyssa le dicen ahora que es imposible su reincorporación. “Ahora tengo dos despidos”, lamenta. Pese a todo, todavía quiere confiar en la justicia.
Conchi Pacheco tiene una minusvalía del 70% y empezó a trabajar en el cementerio en el 98. Hace un año denunció un presunto caso de acosto por parte de cuatro compañeros y la enviaron a la portería de un colegio “para taparme la boca”. Cree que lo ocurrido guarda relación con su inclusión en el ERE. Tiene 44 años. Está divorciada y tiene dos hijos en paro. Ángeles Cruz tiene 60 años y para ella su trabajo en el cementerio “es mi medicina”.
“Para mí fue una lotería entrar en el Ayuntamiento y todo el mundo ha visto en estos siete años que me he volcado en la portería haciendo de todo- He dado consuelo a la familias , porque perdí a un hijo y he sido una mujer maltratada. A otros compañeros con expedientes abiertos y quejas porque se los encontraban en el cementerio durmiendo no los tocan por tener cubiertas las espaldas. Aunque yo haya entrado por la edad, no es justo”, lamenta.