Si Morales Domínguez, Joaquín, no es frágil de memoria cuando haya leído y releído la sentencia de calificación del concurso de acreedores deberá recordar aquella reunión que una tarde de verano mantuvo, a petición propia, en los salones del Casino Jerezano, en la ya desaparecida sede de Tornería, con algunos aficionados, accionistas minoritarios, a los que quiso acercarse pulsando su punto de vista y recabando su opinión. Y debe recordar como uno de ellos, Ramón Molina Barrios para ser más exactos, le propuso las inversiones que eran convenientes realizar para parar la sangría económica que se estaba produciendo en la sociedad desde que llegaron a la misma Luis Oliver Albesa y, con posterioridad, José María Gil Silgado, e incluso le indicó el camino a seguir, que no era otro que entrar en concurso de acreedores para sanear la situación y poder comenzar, gracias a los millones despilfarrados, que otra cosa no fueron, por el Ayuntamiento, desde cero. Morales, si mal no recuerdo, dijo que así lo haría. Seguramente comentaría que lo haría “la semana que viene”, esa semana que viene donde tantas cosas se iban a hacer, como la de llevar ante el notario a los peñistas para firmar su renuncia a un dinero que después capitalizó como acciones, esa semana que viene en la que iba a demandar a Xerezmanía por decir que se estaba pensando en acudir al concurso de acreedores, al que se fue cuando ya se veía que los embargos colapsaban la actividad de la entidad. Morales debe recordar esos buenos consejos que buenos aficionados, buenos xerecistas, le dieron, pensando en lo mejor para el club que no para el bolsillo del empresario nazareno, como solución más eficaz para iniciar una nueva andadura, una andadura positiva en lo social, en lo económico y hasta en lo deportivo después de las nefastas etapas, en lo crematístico, en la gestión de tesorería que no en los terrenos de juego, de los Oliver y Silgado. Incluso Morales recordará esas ofertas que le llegaron de jerezanos para hacerse con las riendas del club y que desoyó como Oliver hizo caso omiso, aunque les cogiese dinero a cuenta, a los hombres de Entidad Deportiva Jerezana. Ahora Morales está culpado de una gestión en la que él solito se fue condenando.