Miguel Primo de Rivera, el alcalde con el que comenzó el nuevo Jerez

Publicado: 04/12/2018
Logró el nuevo hospital, creó el Polígono Industrial de El Portal, la estación de autobuses y la Feria del Caballo, y cambió la sociedad jerezana
“Mamá, ha venido al colegio el alcalde y ¿sabes? no ha llegado en coche, sino andando. Qué fuerte”. Año 1965, Miguel Primo de Rivera y Urquijo estaba recién nombrado alcalde de Jerez -tomó posesión el 2 de febrero de ese mismo año- y en el mes de mayo visitaba el Colegio La Salle, entonces enclavado en la Alameda Cristina, donde ahora se ubica el Hotel Tryp. Los hermanos lasalianos, con sus sotanas negras y sus blancos baberos, esperaban en la puerta de acceso al patio exterior mientras que los alumnos estábamos marcialmente alineados en filas por clases. Aguardaban la llegada de un gran coche cuando alguien, a lo lejos, en la esquina de Santo Domingo, adivinó la alta figura del jovencísimo y flamante alcalde jerezano, nieto de Miguel Primo de Rivera, el que preside la Plaza del Arenal, y sobrino de José Antonio, andando en solitario buscando atravesar la Alameda. Vestía una veraniega guayabera blanca y no un traje y corbata lo que aún hacía más extraña aquella escena en unos tiempos donde Jerez estaba adormecida en manos del poder que ostentaban unos pocos y procurando  no molestar a aquellos para quienes se trabajaba.

El propio alcalde honorario y perpetuo de la ciudad de la que también era Medalla de Oro e Hijo Adoptivo lo declaraba años después cuando le hablaban de aquella etapa de alcaldía e, incluso, el ex presidente de los andaluces, José Rodríguez de la Borbolla, lo ha referido en alguna ocasión cuando de hablar de la figura de Miguel Primo de Rivera se trataba.

Ese dibujo que he intentado esbozar a través de las letras representaba el antes y el después de un Jerez que era un pueblo y que Miguel, que fallecía este martes en su casa de Pozuelo de Alarcón a los 84 años, adivinó que podía convertirse en un gran ciudad. Quiso agitar, lo que le conllevó no pocos disgustos, esa sangre de horchata que entonces se tenía, con la mente siempre pendiente de los que llevaban el timón económico y social de la ciudad, y encontró los resortes necesarios para que aquel obsoleto Hospital de Santa Isabel pasara a la historia y Jerez tuviese residencia- que hasta el nombre hospitalario se cambió- propia con la General Primo de Rivera. La primera piedra se puso en abril de 1966 y el 19 de mayo de 1968 se inauguró. Fue sin género de dudas uno de sus grandes logros, por no decir el más importante. Fue una de sus obsesiones desde que dio su primera pisada en Jerez, en busca de su casa en la Plaza del Banco, esquina calle San Cristóbal.

Llegarían más. Puso en marcha el Polígono Industrial de El Portal, creó la Estación de Autobuses -entonces los Comes tenían parada y fonda en el Arenal; La Valenciana en la plaza del Villamarta y Los Amarillos en calle Arcos- construyó tres mil viviendas protegidas para extirpar el chabolismo que existía aún por esa década de los 60 , puso en marcha la red semafórica quitando esas fotos de los guardias municipales dirigiendo la circulación en los medios de las calles, modernizó un Ayuntamiento anquilosado en el pasado y en el conservadurismos imperante, percibió la importancia del caballo  y la Feria de Primavera se convirtió en Feria del Caballo y creó el Mercado Nacional de Ganado, al que hoy se le da continuidad desde IFECA, esbozó el primer Plan General de Ordenación Urbana, un plan que no le dio tiempo de poner en marcha y que  aspiraba a expandir  la ciudad hacia el río Guadalete.

Miguel Primo de Rivera marcó, en plena dictadura franquista, un antes y un después. Fue alcalde pero se negó a ser Jefe Local del Movimiento, como era preceptivo que lo fuesen los alcaldes entonces nombrados dedocráticamente.

Amigo íntimo del entonces Príncipe Juan Carlos lo trajo a Jerez en olor de multitudes. Después, por cierto, sería, junto a Torcuato Fernández Miranda, pieza fundamental para la transición, para la consolidación de la monarquía y hasta para la llegada a la presidencia del Gobierno de Adolfo Suárez. Dicen, aquellos que han escudriñado en sus memorias, que fue de los pocos que se atrevió a plantarle cara al dictador, como lo demuestra ese hecho anteriormente explicitado de que rechazó ser Jefe Local del Movimiento, siendo el único alcalde de la época que lo hizo.

Un alcalde que no solo vio que el caballo era grandeza de Jerez, sino que entendió que al vino había que promocionarlo más y más y de ahí una foto que ya es un icono para la historia como es el entonces primer mandatario jerezano bebiendo jerez, en Madrid, con The Beatles. Se cuenta que Primo de Rivera y Beltrán Domecq no repararon en gastos para llevar hasta Madrid un buen lote de botas de jerez que se dispusieron en uno de los salones del hotel Fénix a modo de andana. Los músicos de Liverpool  estamparon sus firmas en una bota y comenzaron a beber las copas servidas por el inolvidable Julio Delgado y junto a las hermanas Hurtado que estaban vestidas de gitanas. Esas botas volvieron a Jerez y se pueden observar en bodegas Williams & Humbert. Incluso se especuló con que el grupo inglés había estado en Jerez, pero no fue así. Fue un escena montada por Primo de Rivera para romper  las tensiones entre la industria del 'british sherry' y los productores jerezanos.

Miguel Primo de Rivera abandonó la alcaldía en el año 1971 dejando mucho hecho para que Jerez se consolidase como una gran ciudad. Con él, con la alcaldía de Miguel Primo de Rivera Urquijo, comenzó todo. Sus seis años significaron  un paso decisivo en lo social, en lo urbanístico, en lo económico...incluso en la mentalidad. Siendo alcalde fue procurador en Cortes (1967 y 1977), consejero nacional del Movimiento y consejero del Reino y, tras la muerte de Franco, ponente de la Ley de Reforma Política en las últimas Cortes y senador por designación real en 1977.

 

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