El israelí Dror Etkes se divierte cuando jóvenes armados colonos detienen su vehículo en la Cisjordania ocupada y le preguntan qué hace aquí, quién le acompaña y de qué asentamiento viene. Él dice que sólo quieren saber si es o no palestino, en este pedazo de tierra ocupada donde eso equivale a ser persona 'non grata'.
"¿Miedo?, ¿por qué voy a tener miedo? Tengo el acento y el color de piel adecuados", dice a EFE Etkes, fundador de la oenegé Kerem Navot y quien desde hace más de dos décadas monitoriza la proliferación de asentamientos israelíes en Cisjordania.
Sin embargo, sí toma precauciones. Prefiere que los colonos no vean cómo los dos periodistas que le acompañan hacen fotos, o que su rostro y vehículo aparezcan en ellas.
En la parte más oriental de Cisjordania, al este del Valle del Jordán y abarcando una franja alargada de unas 22.000 hectáreas, apenas se divisan ya palestinos: en las últimas décadas, y de forma acelerada, Israel los ha ido expulsando: declarando sus tierras propiedad estatal, zonas militares de tiro o permitiendo asentarse a colonos.
"Hace un año se podía ver en esta zona a pastores beduinos. Ahora está todo vacío", medita Etkes.
Mientras conduce por la carretera Alon, que conecta el norte con el corazón de Cisjordania -territorio palestino ocupado por Israel desde 1967-, Etkes se detiene a fotografiar lo que parece un nuevo 'outpost' (campamento ilegal) erigido por colonos en los últimos días.
Desde el 7 de octubre, el día del ataque de Hamás que supuso el inicio de una nueva guerra en Gaza, un total de 15 outposts han sido levantados por toda Cisjordania; en una oleada sin precedentes que, según este experto, afianzó también un nuevo 'modus operandi': ataques contra palestinos no solo donde pastorean, sino también en sus casas.
La comunidad pastoril de Ras al Tin fue la primera en ser forzosamente desalojada de esta forma con ataques organizados de colonos del asentamiento de Kochav HaShahar (1975) y del outpost 'Micha's Farm', creado en 2020 a tan solo un kilómetro de distancia.
Como Ral al Tim, desde el 7 de octubre, otras 18 comunidades han sido igualmente borradas del mapa, expulsando a una población total de 1.056 palestinos, según datos de B'Tselem.
Turbas de colonos armados
Este brazo oriental despoblado de miles de hectáreas encarna un paisaje montañoso y desértico. Solo dos aldeas palestinas resisten: la de Mughayyir a Dir y el pueblo palestino de Duma, con unos 3.500 habitantes.
En este último, se han incrementado los ataques de colonos israelíes -rodeados por dos asentamientos y unos ocho outposts-, sobre todo, después de que el pasado 13 de abril apareciera muerto en esta zona un niño colono de 14 años.
Esto desencadenó una semana de violencia colona (respaldada por el Ejército) que dejó al menos cuatro palestinos muertos, decenas de heridos de bala y una gran destrucción en la zona.
El edil de Duma, Suleiman Dawabsha, compara la situación actual con vivir en "una pequeña cárcel" donde, dice, los colonos y el Ejército impiden a los residentes cultivar sus huertas, les agreden o destruyen los caminos con excavadoras.
"Siempre han amenazado a los ciudadanos cercando el pueblo", dice Dawabsha. "El peligro real ahora son los ataques, la irrupción en las casas. La gente ha empezado a reforzarlas", explica por teléfono a EFE.
"La situación ha cambiado mucho y lo ha hecho a peor", continúa Dawabsha tomando como registro el 7 de octubre, fecha desde la que se han registrado más de 800 ataques de colonos en Cisjordania, dejando al menos 31 palestinos muertos y 500 heridos a manos de las fuerzas del orden o de colonos, según OCHA.
Dawabsha culpa de todo ello al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, y al poder que otorgó a dos figuras ultranacionalistas a fin de formar Gobierno: Itamar Ben Gvir, colono con antecedentes por violencia, ahora ministro de Seguridad Nacional y quien ha armado a miles de colonos y creado milicias.
Y al ministro de Finanzas y miembro del Ministerio de Defensa, Bezalel Smotrich, también colono en Cisjordania y responsable del incremento en la confiscación de tierras palestinas.
A finales de marzo, el Ejército israelí declaró 800 nuevas hectáreas en Cisjordania como tierra estatal, lo que sumado a otras casi 300 apropiadas en febrero, la convirtieron en la mayor expropiación desde los Acuerdos de Oslo de 1993, denunció la oenegé Peace Now.
Dawabsha pide protección internacional para que su pueblo tenga "una vida normal", algo cada vez más difícil. "No sabemos qué va a pasar en el futuro con este Gobierno colonizador [...] pero se encamina cada vez más hacia una explosión", lamenta.