Victoria crucial para un Málaga CF que quiere ser equipo de Segunda División. Roberto Fernández, el incansable delantero de Puente Genil, logró un doblete, como ya hizo contra el Celta Fortuna, para dar una ventaja mínima a los suyos sobre un Gimnàstic de Tarragona que está obligado a ganar en la vuelta si quiere luchar por el ascenso.
El
encuentro empezó con ritmo. La primera la tuvo el equipo tarraconense, en un mano a mano de Godoy tras pase de Pablo Fernández. Ahí estaba Alfonso Herrero, cuando solo habían transcurrido dos minutos, para obrar su enésimo milagro de la temporada con una parada a bocajarro.
El cuadro blanquiazul se estiró tras el susto.
Manu Molina y Ferreiro probaban la meta rival con dos tiros desde larga distancia que no encontraban puerta.
Roberto cerraba unos diez primeros minutos muy intensos con un tiro alto tras centro de Kevin desde la derecha.
La polémica no tardó en aparecer. La hinchada local pidió penalti tras una patada de
Pablo Trigueros, cuando ya estaba en el suelo, sobre Roberto. No señaló nada el colegiado y
Einar vio la primera tarjeta amarilla del partido al tener que detener el contraataque posterior.
El encuentro decayó en ritmo. Alcanzada la media hora.
David Concha probó a Alfonso Herrero con un tiro desde lejos que, de nuevo, pilló al toledano muy bien de reflejos.
Juande puso la alerta amarilla con una nueva tarjeta, esta vez por una supuesta falta al contraataque. Ambos centrales apercibidos cuando no había terminado la primera parte, algo que los obligó a jugar con mayor cautela.
Los
últimos instantes de la primera mitad fueron del Málaga. Primero, con un centro de Ferreiro que no encontró rematador. Gabilondo también lo intentó con un pase de la muerte, de nuevo sin receptor.
Sin embargo, el conjunto boquerón parecía decidido a irse a vestuarios con ventaja. Un córner servido por Manu Molina encontró la cabeza de
Roberto en el primer palo, que efectuó un
soberbio testarazo para poner el 1-0 y llevar el delirio a unas gradas en las que se congregaron 29.103 espectadores. Los catalanes reclamaron que había un balón en el campo al momento de ejecutar el saque de esquina. La realidad es que el propio Godoy lo metió en el campo deliberadamente.
La euforia se convirtió en chasco nada más comenzar la segunda mitad. Con las colas todavía presentes en los kioscos de La Rosaleda,
David Concha logró el empate con un gran tiro cruzado por banda izquierda.
Pese al empate, los ánimos no decayeron. El
malaguismo siguió confiando en los suyos y esto tuvo su premio. El árbitro decretó
penalti tras un agarrón dentro del área sobre Galilea, que intentaba rematar un saque de esquina.
La responsabilidad recayó una vez más en Roberto, al que no le tembló el pulso. Varo le adivinó las intenciones, pero el de Puente Genil la colocó muy bien y
devolvió la ventaja local en el electrónico.
El
resultado era bueno, algo que supo leer Sergio Pellicer. Comenzaron a pasar pocas cosas sobre el verde. El Málaga estaba bien plantado y lograba tener mayor dominio del juego, sin sufrir en exceso.
Despejó de puños
Alfonso Herrero en el 75' una falta que se envenenó. La entrada de
Luca Sangalli también ayudó a bajar el ritmo del encuentro, ante un
Nàstic que tampoco parecía por la labor de volverse loco, consciente de que el resultado puede serle útil para la vuelta.
A
punto estuvo Roberto de lograr el hat-trick. Se plantó solo ante el portero tras un buen pase filtrado, pero su par tuvo fe y consiguió arrebatarle el balón cuando iba a rematar.
No ocurrió nada más y el
Málaga pudo celebrar un
triunfo que supone una ventaja vital para la vuelta en Tarragona.